Bailar.
Bailar. Y que todo quede alrededor y fuera. Todo perfilado y limitado por tus brazos y los míos.
Bailar. Y que todo quede alrededor y fuera. Todo perfilado y limitado por tus brazos y los míos. Un paso, un giro, un mundo, un instante. Bailar es un poco parar el tiempo, un poco besar al mundo, mitad de cuarto de que todo lo demás importe un bledo. Bailar es volar con b, acelerar la vida, beberse un instante, sentirse libre, ser un do mayor y un niño pequeño sin temer nada más que el que se acabe la música.
Bailar es Tango Libre, la nueva película de Frédéric Fonteyne, nombrada Premio Especial del Jurado del Festival de Venecia 2012, donde el baile, el tango, es el hilo y el soporte a la historia de relaciones entre un funcionario de prisiones y una mujer que es a la vez la esposa de un preso y la amante de otro. Todo un cuadrado amoroso, o más bien, toda una pista de baile, donde danzan François Damiens, Sergi López, Jan Hammenecker, Anne Paulicevich y Zacharie Chasseriau.
Y ya que de bailar se trata, no es mala idea empezar la velada con un Tango Libre y seguir después moviendo nuestros pies al son de la noche y hasta que el cuerpo aguante. Y volar con b, bailar.