Azorín, Cándido o Ahrimán, el académico del sillón P. Biografía, citas, frases.

José Martínez Ruíz -quien escribió bajo los pseudónimos Azorín, Cándido y Ahrimán- nació en Monóvar, Alicante, el 8 de junio de 1873.

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Novelista, ensayista, dramaturgo y también crítico literario, Azorín es uno de los literatos más destacados en lengua castellana; ocupó el sillón P mayúscula y perteneció a la célebre generación del 98, siendo coetáneo de plumas tan ilustres como las de Unamuno, Maeztu, Pío Baroja, Antonio Machado, Jacinto Benavente, Blasco Ibáñez y Valle-Inclán entre otros. De hecho, se considera a Azorín, Maeztu y Unamuno el corazón e inicio de la generación del 98.

Nació en una familia acomodada, su padre era político del partido liberal conservador y llegó a ser alcalde; Azorín fue el mayor de 9 hermanos y se formó en los Escolapios; estudió derecho en Valencia y, ya en la Universidad, comenzó a coquetear con el periodismo y a empaparse de lecturas literarias y políticas; fue a partir de entonces cuando comenzó a publicar sus ensayos y lo hizo bajo dos pseudónimos: Cándido, en honor a Voltaire, y Ahrimán, que era el dios persa de la destrucción; publicó sus primeras novelas también bajo pseudónimo, el de Azorín, con el que pasaría a la historia porque lo cierto es que fue como novelista y también como ensayista como más destacó y son esas sus obras más valiosas.

Ideológicamente, sus primeros ensayos ahondaban en ideas anarquistas pero ya en el S.XX se reveló como un político y literato más bien conservador; colaboró en diferentes periódicos -incluidos ABC, El País o La Vanguardia- e hizo carrera política siguiendo los pasos de su padre aunque él no fue alcalde sino diputado; durante la dictadura de Primo de Rivera se mantuvo al margen de los mentideros políticos porque se negó a aceptar un cargo en una dictadura y, para cuando estalló la guerra civil, huyó de España con su esposa.

Sus últimos años los pasó dejándose llevar por una pasión descubierta ya mayor, el cine, acerca de la escribió algunos de sus artículos.

Sus Citas y Frases célebres

  • ¿Y es que saben muchos de los que atacan el motivo por el que atacan? Unas palabras cordiales, un simple apretón de manos, disiparían en el enfurruñado su encono.
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    “¿Y es que saben muchos de los que atacan el motivo por el que atacan? Unas palabras cordiales, un simple apretón de manos, disiparían en el enfurruñado su encono.”

  • Los hombres de acción, si tuvieran sensibilidad, no serían hombres de acción. No podrían hacer nada. La sensibilidad es el disolvente de la acción.
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    “Los hombres de acción, si tuvieran sensibilidad, no serían hombres de acción. No podrían hacer nada. La sensibilidad es el disolvente de la acción.”

  • Si lo pensamos, veremos que muchos de los disgustos que nos sobrevienen lo son por palabras innecesarias.
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    “Si lo pensamos, veremos que muchos de los disgustos que nos sobrevienen lo son por palabras innecesarias.”

  • La sensibilidad levanta una barrera que no puede salvar la inteligencia.
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    “La sensibilidad levanta una barrera que no puede salvar la inteligencia.”

  • Entre todas las alegrías, la absurda es la más alegre; es la alegría de los niños, de los labriegos y de los salvajes; es decir, de todos aquellos seres que están más cerca de la naturaleza que nosotros.
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    “Entre todas las alegrías, la absurda es la más alegre; es la alegría de los niños, de los labriegos y de los salvajes; es decir, de todos aquellos seres que están más cerca de la naturaleza que nosotros.”

  • Lo que más ávidamente amamos: lo pintoresco y lo imprevisto.
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    “Lo que más ávidamente amamos: lo pintoresco y lo imprevisto.”

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El mundo está lleno de gente interesante, de gente que aporta, que crea, que sabe… la gente que construye en sociedad, la gente que admiramos, en la que creemos, es ésta.

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