Luces de baile.
Cuando ilumiar es cosa de cercanías, y de pasión por la luz.
Poner un nombre es algo clave. No es lo mismo llamarse Eisner, que Louise que Darius . Porque cada uno entraña un significado, o trae consigo una curiosa leyenda, o una historia de esas que empiezan por «yo conocí a una Marcela…». De ahí que desempeñar esta compleja y responsable tarea para con las cosas, requiera de intuición y de mucha observación.
Ribaudí es apellido agudo, y sólo por eso es sonoro y casi musical. A simple vista una fusión de letras entre el genial Rimbaud, y el modernista Gaudí, datos que asociados al nombre de un estudio de diseño, lo dotan de inspiradoras connotaciones.
De ahí que su Tango, seductor y de compleja sencillez, que no dejan de ser cualidades que lo elevan a objeto de coleccionista, esté diseñado para iluminarnos, en esa búsqueda de proximidad entre el objeto y la persona.
Un baile de eje central inclinado diseñado para leer, cautivar y poder deslizarnos en la ejecución de nuestros primeros pasos. Los de la mañana, los de después de dos hora de lectura, o los que se nos escapan tras la primera estrofa de Caminito.
Diseño catalán con reminiscencias suecas, once años de experiencia, y dos puntos fuertes: la iluminación y una forma de trabajar que consiguen que su lámpara del cuerpo a cuerpo, sea el resultado de una idea bien ejecutada, del uso de materiales de alta calidad y de una forma diferente de concebir y vivir el objeto.
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