Londres 1948.

Habían pasado 12 años desde las anteriores olimpiadas. 12 años de un mundo en guerra desde que Jesse Owens ganara cuatro medallas de oro ante un estupefacto Hitler en los juegos de Berlín en la Alemania Nazi. Era 1948, el año de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, del nacimiento del Estado de Israel, la independencia de Birmania o del asesinato de Gandhi. Se reconstruye el mundo, la vida sigue y vuelven los Juegos Olímpicos, esta vez en Londres.

La antorcha olímpica recorre 7870 kilómetros desde Bari hasta Dover para dar comienzo a unos juegos en los que participarían sesenta países en diez modalidades olímpicas en las que el medallero se llena de norteamericanos pero en el que es Fanny Blankers-Koen la sensación, un ama de casa de 32 años de los Países Bajos madre de dos hijos y que se hace con cuatro oros: 100 y 200m, los 80 vallas y el 4x400m de relevos.

En el 48 Ralph Lauren tenía nueve años y desde luego ni soñaba con que un día su nombre se convertiría en una de las firmas de moda de mayor prestigio del mundo y que aquellos primeros juegos olímpicos de su niñez inspirarían a la marca para diseñar una colección retro, tras hacer lo propio con los uniformes del equipo de EEUU para los nuevos Juegos de Londres de 2012, sesenta y cuatro años después de aquellos Juegos de austeridad…

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