Los vestidos de Alexander Lewis.
Historias contadas de mujeres que hacen de las combinaciones la nueva religión del siglo XXI.
Si hay una prenda en el mundo que se identifique con la moda, ¿cuál sería? probablemente lo primero que se pase por la cabeza sea el vestido en todas sus formas, desde los miriñaques hasta las siluetas de sirena pasando por los toques naïf, midi y skater pero, ¿realmente un diseñador debe sus orígenes y su profesión a esta prenda histórica? Coco Chanel y sus históricos pantalones dan la respuesta correcta.
Aún así, no son pocas las casas de la industria que dedican su imperio a los volúmenes y curvas femeninas; entre ellos se encuentra Alexander Lewis y su colección prefall 2015. Este contador de historias a través mujeres modernas, como él mismo se define, se convierte en observador y empatizador nato para conocer el uso exacto, a nivel de carácter y de funcionalidad, que las féminas acabamos dándole a nuestro vestuario. A través de sus estudios crea colección específica para mujeres que saben combinar a la perfección las técnicas de la vieja y la nueva escuela; que disfrutan con la sastrería al tiempo que saborean la informalidad, algo que encaja a la perfección con sus raices mitad brasileñas y mitad americanas.
Su última propuesta está dedicada a ellas, las mismas que contienen un punto conservador en su personalidad, conviviendo con un lado sensual irremediable, algo que podría resultar inverosímil pero que algunos catalogan como la religión del mundo actual.
Plisados asimétricos, paleta cromática en bloque que emplea tonos pasteles, vestidos de seda con mangas ligeramente acampanadas, faldas ultra-cortas… Piezas clave en una colección que entiende de mezclas.
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