Encuentro con los años treinta.
Para el Museo Reina Sofía los años treinta constituyen un momento esencial y eje fundamental...
Si el siglo XX ya nació inspirador y conflictivo, la década de los treinta fue probablemente la más convulsa y difícil de un periodo cuyos avances tecnológicos, científicos, políticos, económicos, sociales y culturales cambiaron de manera radical, acelerada y para siempre los valores del mundo occidental.
Un “jueves negro”, allá por el 29, da el pistoletazo de salida a esta nueva década marcada por una crisis económica mundial sin precedentes. Las tensiones sociales, las ideologías totalitarias y una segunda guerra mundial como colofón retratan esta época como una de las más conflictivas y menos estudiadas de nuestra reciente historia, en la que arte y poder se enfrentan o se apoyan con la misma radicalidad que subyace a cualquier actividad de este tiempo.
El Museo Reina Sofía ha querido recoger en una muestra de excepcional categoría las diversas corrientes artísticas de esta complejísima década enormemente rica en cuanto a creatividad como una respuesta lógica ese ambiente social conflictivo, revuelto, casi irrespirable. Realismos de la más diversa índole conviven con la abstracción, las vanguardias o el surrealismo; la fotografía y el cartelismo reivindicativo experimentan un auge inusitado promovido por tanto por las luchas sociales como por el afán expositivo de la época que hizo de las Exposiciones Universales escaparates del arte como nunca antes (ni después).
En cuanto a la diversidad más o menos realista, me fascina el expresionismo de Max Beckmann, representado en la exposición con Sociedad parisina; una obra dramática -incluso se aprecia algún tinte violento muy sutil y solapado- que refleja a la perfección su visión pesimista de la política plasmada mediante figuras angulosas, solitarias (pese al aristocrático escenario en el que se desarrolla la fiesta) ubicadas en espacios asfixiantes. Es espectacular la sensación de angustia que manifiesta en cada detalle, especialmente la postura del embajador alemán –que oculta su rostro entre las manos- sentado en el ángulo inferior del cuadro.
Mención aparte merece el espacio dedicado a la Segunda República Española, la Guerra Civil y el exilio cuyo eje central, el Guernica, sirve a la vez como conmemoración del 75º aniversario de la realización de tan emblemática obra en 1937. Pero la historia de este cuadro requiere un espacio exclusivo en loff.it ¿Os la cuento otro día? Prometido.