Thomas Paine fue un revolucionario, un liberal, un político de raza… y fue sobre todo un pensador, un hombre con ideas propias y documentadas que confiaba en la razón por encima de cualquier emoción; Paine era, frente a un Burke conservador y defensor más de la evolución que de la revolución, un progresista de tintes revolucionarios, ahora bien, la revolución que defendía Paine era la de la razón, la realidad y la verdad, dicho de otro modo, la construcción de relatos alejados de la realidad (la propaganda) que domina hoy en los discursos revolucionarios estaba a años luz del pensamiento de Paine, el hombre que alentó la independencia de las colonias británicas en América hasta el punto de ser considerado como uno de los padres fundadores de Estados Unidos.
Paine nació en Norfolk el 29 de enero de 1737, de padre cuáquero y madre anglicana, recibió una educación pobre, la cultura y el conocimiento sobre el que se cimenta su pensamiento fue adquirido ya en la edad adulta y forma autodidacta; su visión de la sociedad y del hombre tenía cierto halo idealista y por eso sus ideas eran revolucionarias, porque tenía una visión clara de lo que podría ser una sociedad libre que se gobierna a sí misma (democracia), sin élites, y no entendía la necesidad de llegar a ella a través de un proceso lento y gradual.
Como suele sucederle a todos los que desarrollan su propio pensamiento, acabó siendo apaleado tanto por aquellos a los que se enfrentaba como por los que estaban, supuestamente, en su bando: fue expulsado de Inglaterra por defender en su obra ‘Los derechos del hombre’ la Revolución Francesa frente al análisis crítico que de ella hacía Edmund Burke pero, ya refugiado en Francia, fue encarcelado por Robespierre porque se tomó la libertad de declararse con tra el régimen del Terror que él representaba. En prisión, en el año 1794, comenzó a escribir otra de sus obras clave: ‘La edad de la razón’ donde defiende el pensamiento libre y la razón fuente a la fe y la emoción.
Antes de estos momentos oscuros había conocido a Benjamin Franklin quien lo animó a viajar a Estados Unidos, donde llegó en 1774 y donde llegó a formar parte del ejército de George Washington; dos años después de su llegada, publicó ‘El sentido común‘, un ensayo defendía la independencia de Estados Unidos pero no desde una perspectiva emocional ni histórica sino de sentido común, de sentido de la justicia y como solución a los problemas de las colonias que estaban causados, en gran medida, por su sometimiento a la Corona británica. Ese ensayo fue, de algún modo, el anticipo de la Declaración de Independencia americana que se produciría en julio de ese mismo año 1774.
Volvió a Europa tan pobre como había llegado a Estados Unidos porque jamás quiso cobrar derechos de autor por sus publicaciones, fue entonces cuando acabó desterrado de Inglaterra y encarcelado en Francia. Fue liberado en 1794 pero al llegar Napoleón al poder, profundamente decepcionado por la deriva autoritaria que volvía al gobierno francés tras la Revolución, cruzó de nuevo el charco y vivió sus últimos años en Nueva York.
“La sociedad en todos sus estados es una bendición pero el gobierno, incluso en su mejor etapa no es más que un mal necesarios, en su peor etapa un mal intolerable.”
Society in every state is a blessing, but government, even in its best stage, is but a necessary evil; in its worst state an intolerable one.
El mundo está lleno de gente interesante, de gente que aporta, que crea, que sabe… la gente que construye en sociedad, la gente que admiramos, en la que creemos, es ésta.
Abogado, doctorado en ciencias políticas y presidente número 28 de Estados Unidos, Woodrow Wilson nació en Staunton, Virginia, el 28 de diciembre de 1856. + ver