El día del ataque japonés de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, Samuel Michael Fuller, al igual que otros miles de jóvenes norteamericanos, servía como voluntario en el ejército. Contaba 29 años, y había empezado sus colaboraciones en prensa siendo adolescente, principalmente en periódicos sensacionalistas. Para entonces ya había vendido algunos guiones y proyectos a compañías cinematográficas y había terminado de escribir una novela.
Le destinaron a la famosa Primera División de Infantería –a la que llamaban Gran Uno Rojo–, de la que fue soldado en el Regimiento de Infantería Dieciséis durante todas sus campañas. Fuller combatió en el Norte de África, Sicilia, Francia -incluido el Día D del Desembarco de Normandía en Omaha Beach-, Bélgica -incluida la batalla de las Ardenas-, Alemania, y, finalmente, en Checoslovaquia, donde su unidad liberó el campo de concentración de Falkenau.
Todas aquellas experiencias bélicas conformaron la espina dorsal de un gran libro, Gran Uno Rojo, en el que trasmitía completamente la brutalidad de la guerra. Pero era evidente que Fuller aspiraba a contar al público lo que había vivido y visto con la mayor energía y contundencia posibles. Y lo hizo desde el cine y desde su primera película, un western atípico I Shot Jesse James. Y nunca dejó de hacerlo en las veintinueve películas más que rodó.
Como el buen periodista que nunca dejó de ser, Fuller tenía el toque incisivo y escudriñador de buen reportero. Exponía los hechos, mostraba a sus personajes en acción y recreaba las situaciones, sin regodearse en la violencia pero sin enmascararla. Fuller no era antibelicista. ¿Cómo serlo, siendo un judío que había pasado por la sangre, el lodo y la porquería del combate?. No pretendía convencer a nadie. Nada de triunfalismos, nada de épica. Nada de soflamas patrióticas en plan John Wayne.
Vividor y con pinta de tipo duro, Sam Fuller tardó treinta años en rodar Uno rojo, división de choque, una de las mejores películas bélicas jamás rodadas, entre otras cosas porque nunca estuvo de acuerdo en que estuviera protagonizada por John Wayne. En general, nunca fue un director de grandes presupuestos. Pero si fue un gran director, de culto, capaz de mezclar en un mismo plano horror y poesía, belleza y crueldad, dolor y coraje. Lo mejor y lo peor del ser humano, directo al corazón.
El mundo está lleno de gente interesante, de gente que aporta, que crea, que sabe… la gente que construye en sociedad, la gente que admiramos, en la que creemos, es ésta.
Abogado, doctorado en ciencias políticas y presidente número 28 de Estados Unidos, Woodrow Wilson nació en Staunton, Virginia, el 28 de diciembre de 1856. + ver