Rockefeller fue un tipo notablemente controvertido, hijo de una familia de clase media llegó a levantar un imperio empresarial y monopolizar el sector petrolífero pero, frente a sus dudosas prácticas empresariales por lo que tenían de monopolísticas, conviene destacar también otros aspectos de su personalidad: fue un tipo inteligente y aplicado, trabajador y perseverante, fue además un destacado filántropo.
Y es que Rockefeller más que arrojarse derechos entendía que cada uno de los que tenía suponía una responsabilidad para con el resto del mundo, asumía que cada oportunidad llevaba implícita la obligación de hacer de ella un éxito y entendía también que la riqueza que atesoraba se convertía a su vez en un deber para con el mundo.
Fundó la Universidad de Chicago -una de las más prestigiosas del mundo y lugar de estudios de hasta 87 Premios Nobel-, también la Universidad Rockefeller de Nueva York, invirtió en diferentes proyectos de investigación científica y educativos y consideraba que las donaciones con un fin noble eran tan rentables como las inversiones. Era crítico con la caridad, la consideraba humillante porque entendía que sólo podía tener sentido si el objetivo de tal caridad era que su destinatario dejara de necesitarla -claro que eso convertía la caridad en una donación de esas a las que Rockefeller, con bastante razón, llamaba inversiones-.
John D. Rockefeller fue lo que podemos llamar un hombre hecho a sí mismo, su madre era una mujer ordenada y de moral calvinista, su padre un tipo infiel y un timador, solía pasar temporadas fuera de casa y volvía cargado de regalos para la familia; John D. Rockefeller heredó tal vez la pericia como negociante a la que su padre daba tan mal uso -llegó a vender placebos como medicamentos contra el cáncer- pero la aplicó siempre con la perseverancia y el orden que había aprendido de su madre.
Lo cierto es que Rockefeller, el fundador de la rica familia que mantiene todavía hoy su estatus, su apellido y gran parte de su riqueza, sintió inclinación por el mundo de los negocios desde niño, cuando ni tan siquiera sabía bien lo que era eso; una de las anécdotas que definen su espíritu emprendedor se produjo cuando era todavía un niño: recolectaba piedras, las pintaba y las vendía a sus compañeros; el dinero que iba ganando lo guardaba en un bote que se puede considerar que fue su primera caja fuerta; en una ocasión, un amigo de su padre vino a casa para pedirle dinero, en aquel momento su padre no tenía dinero y el pequeño Rockefeller se ofreció a ser él quien le hiciera el préstamo con el dinero de su bote. Un año más tarde recuperó el dinero prestado con un interesante incremento por el interés pactado. Fue entonces cuando aprendió la que sería una de sus máximas: no trabajes, haz que tu dinero trabaje por ti.
El negocio petrolífero fue la base de su riqueza, un sector que llegó a monopolizar no sólo en Estados Unidos sino en otras partes del mundo; se dice que su riqueza fue la más grande que haya atesorado nadie en el mundo y, de hecho, una vez desmontado su imperio por orden de un tribunal, su familia sigue siendo hoy una de las más ricas del mundo.
Rockefeller no sólo fundó un monopolio sino que creía firmemente en ese modelo, decía que la competencia era un pecado y cuentan que si no conseguía que sus competidores le vendieran sus negocios procedía a ganarles… compitiendo. Y siempre ganaba. La Standard Oil fue su imperio hasta que se vio obligado a desmembrarlo y Exxon es la compañía más grande fruto de aquel monopolio.
Fue un hombre controvertido en muchos sentidos pero también un defensor del talento en cuanto a que declaraba que sólo quería que los mejores trabajaran en su compañía. De hecho su mentalidad monopolística se basaba en una concepción natural de los negocios: sólo debía sobrevivir el más fuerte… es la ley de la evolución natural de Darwin aplicada a los negocios.
En lo personal, fue un tipo discreto, se casó y tuvo 4 hijos; contaba 53 años cuando comenzó a sufrir problemas serios de salud y bajó su ritmo de trabajo dedicando cada vez más tiempo a sus actividades filantrópicas y a la construcción del Rockefeller Center que no llegó a ver terminado. Se despidió del mundo a la edad de 93 años.
“No creo que haya una cualidad tan esencial para el éxito de cualquier tipo como la perseverancia. Lo supera todo, incluso a la naturaleza.”
I do not think that there is any other quality so essential to success of any kind as the quality of perseverance. It overcomes almost everything, even nature.
El mundo está lleno de gente interesante, de gente que aporta, que crea, que sabe… la gente que construye en sociedad, la gente que admiramos, en la que creemos, es ésta.
Abogado, doctorado en ciencias políticas y presidente número 28 de Estados Unidos, Woodrow Wilson nació en Staunton, Virginia, el 28 de diciembre de 1856. + ver