El 1 de julio de 1925 se apagaba en el hospital de Saint-Joseph de Paris la vida de Erik Satie, que no había llegado a cumplir los sesenta años. Siempre humilde pero incansable en su búsqueda de nuevas alternativas frente a la tradición, murió cirrótico, con los pulmones encharcados y acompañado por sus amigos. A su entierro acudieron Francis Picabia, con quien había colaborado en el controvertido ballet Relâche, el matrimonio de primos Milhaud, su amiga Valentine Hugo o su hermano Conrad, que le apoyo fielmente a lo largo de toda una vida.
Lejos quedaban ya las noches como pianista de cabarets como Le chat noir o L’Auberge du clou, la colaboración con Diaghilev y Picasso para el ballet Parade, su amistad con Debussy, la tormentosa y breve relación que mantuvo con la pintora Suzanne Valadon, o su regreso al estudio del contrapunto y la composición en la Schola Cantorum, una decisión muy arriesgada para alguien que ya estaba consagrado como compositor de moda en el París fin de siècle gracias, sobre todo, a las Ogives (1886), Sarabandes, (1887), Trois Gymnopédies, (1888) y Gnosiennes (1890).
Erik Satie nació un año después del fallecimiento de Baudelaire, el impulsor de una nueva forma de concebir la expresión artística, y como él precedente y por tanto ajeno completamente a las corrientes estéticas de su tiempo. En pocas palabras y utilizando las del musicólogo Alexis Roland-Manuel, Satie fue el consejero secreto de todas las audacias y todas las imprudencias de la música francesa. Satie fue devoto de Bach, de Stravinsky, y del viejo canto llano, lector de Lewis Caroll, y un filántropo que enseñaba solfeo a niños pobres o acompaña al piano a cantantes aficionados. Satie propuso una música nueva desafiando los propios límites del arte.
Irónico, mordaz, camaleónico, incisivo y con un peculiar sentido del humor, Erik Satie se anticipó a la cultura de la fama creándose su propia personalidad pública, la que paseaba por los cafés y cabarets de París aun a riesgo de convertirse en una parodia de sí mismo.
“A cualquiera: Prohíbo leer en voz alta el texto durante el transcurso de la ejecución musical. Todo incumplimiento de esta observación levantará mi justa indignación contra el petulante. No se conceden privilegios.”
“Los he compuesto para un perro. Van dedicados al mismo animal. Se suplica a los que no lo entiendan que observen con el más respetuoso silencio y que muestren una completa actitud de sumisión, de total inferioridad. Ése es su verdadero papel.”
El mundo está lleno de gente interesante, de gente que aporta, que crea, que sabe… la gente que construye en sociedad, la gente que admiramos, en la que creemos, es ésta.
Abogado, doctorado en ciencias políticas y presidente número 28 de Estados Unidos, Woodrow Wilson nació en Staunton, Virginia, el 28 de diciembre de 1856. + ver