Inquieto, creativo, incansable de un pragmatismo que no admitía matices, David Ogilvy sigue siendo a día de hoy una de las más importantes referencias en el mundo de la publicidad, el márketing y las ventas porque este genio, que lo era de la publicidad, sabía que sólo la publicidad que incrementa las ventas es buena y sólo la buena publicidad, que además se basa en el profundo conocimiento del público al que se dirige, vende.
Nació en West Horsley -Inglaterra- el 23 de julio de 1911; su padre era un erudito galés y su madre de origen irlandés; no era una familia especialmente pudiente y pasaron momentos de apuro especialmente cuando David Ogilvy estaba ya en sus años universitarios, pudo cursar sus estudios en la Universidad de Oxford porque era un estudiante brillante y obtuvo una beca. Pero este joven estudiante resultó ser un tipo inquieto y buscador incansable de nuevas aventuras por lo que dejó Oxford y se trasladó a París donde trabajó como aprendiz de camarero en el hotel Majestic.
Un año después regresó a Escocia -donde había pasado sus años de estudios previos a Oxford también gracias a una beca- y allí trabajó como vendedor de estufas con bastante éxito, tanto que su jefe le pidió que hiciera un manual de ventas de las estufas que le sirvió más adelante como carta de presentación en el mundo de la publicidad.
Su hermano mayor trabajaba en la agencia de publicidad de Londres Mather & Crowther y, gracias al manual de ventas de estufas que fue además considerado 30 años más tarde por la revista Fortune como el mejor manual de ventas que se había escrito nunca, Ogilvy consiguió un trabajo como vendedor de publicidad.
Su inquietud lo llevó a Estados Unidos, donde colaboró con el instituto de investigación Gallup; también trabajó para el servicio de inteligencia británico en la embajada de Washington durante la II Guerra Mundial. Fue entonces cuando dio otro giro a su vida y, junto a su mujer, se unieron a los Amish y vivieron como granjeros durante un tiempo. La serenidad de esa vida no era para David Ogilvy, no al menos para siempre, la abandonaron y se marcharon a Nueva York.
Fue entonces cuando, junto a su hermano que estaba en aquel momento al frente de la agencia londinense Mather & Crowther, comenzó su leyenda; la agencia, que surgió de la fusión de tres, se llamó Ogilvy, Benson & Mather y funcionaba bajo las premisas de David Ogilvy, los principios no fueron fáciles pero su éxito fue tal que muchas de sus campañas son consideradas hoy iconos de la publicidad.
En 1973 David Ogilvy se retiró a la localidad francesa de Toufffou aunque no se desvinculó del todo de la empresa; su innata inquietud le hizo volver al trabajo en 1980 en su empresa en la India y en Alemania, participó en la compra de de la compañía por parte de WPP.
David Ogilvy se casó tres veces -las dos primeras acabaron en divorcio- y tuvo sólo un hijo, cosa que siempre lamentó pues reconocía que le hubiera gustado ser padre de una familia numerosa; disfrutó del reconocimiento mundial: fue nombrado Comandante de la Orden del Imperio Británico y recibió la Orden de Francia de las Artes y las Letras. Se despidió del mundo en 1999 en su vivienda de la localidad francesa de Touffou a la que siempre regresaba desde su corto retiro en ella en 1973.
I don't know the rules of grammar... If you're trying to persuade people to do something, or buy something, it seems to me you should use their language, the language they use every day, the language in which they think.
“Primero hazte una reputación como genio creativo. En segundo lugar rodéate de socios mejores que tú. Y en tercer lucar déjales trabajar.”
First, make yourself a reputation for being a creative genius. Second, surround yourself with partners who are better than you are. Third, leave them to go get on with it.
El mundo está lleno de gente interesante, de gente que aporta, que crea, que sabe… la gente que construye en sociedad, la gente que admiramos, en la que creemos, es ésta.