Joyas, espías y Martini seco.
Isabel Guarch ha sabido recoger en su nueva colección la belleza salvaje de África y el elaborado diseño mediterráneo con sello mallorquín.
Habitación 236.
Norte de África. Marrakech. El objetivo es ella: mujer, unos cuarenta años, de facciones delicadas, mirada intensa, pelo negro azabache. Lleva tres días observando cada uno de sus gestos y movimientos, su forma de caminar, sus manías –“té frío con tres terrones de azúcar a las cuatro en punto”-. En veinticuatro horas la misión habrá acabado, él regresará a Berlín, podrá retomar su vida y pasar página, piensa Adrien mientras se coloca meticulosamente la pajarita negra alrededor del cuello. Todavía tiene diez minutos antes de que comience el baile para repasar mentalmente cada detalle. Frunce el ceño. No será sencillo.
Habitación 235.
Su nombre es Adrien. Al menos eso indica su pasaporte. Inglés, treinta y siete años, rubio, un metro-noventa de altura. Esther observa con calma su foto…, es él, no hay duda. Deja el documento sobre la cama y se acerca al espejo de cuerpo entero que adorna la estancia. Detiene por un segundo su mirada en el asombroso collar de ébano que encontró cuidadosamente envuelto sobre una de las sillas de su balcón. Todo encajaba.
Sin duda la firma de joyería Isabel Guarch ha sabido recoger en las elegantes piezas que conforman su nueva colección la belleza salvaje de África y el elaborado diseño mediterráneo que impregna todas sus creaciones con sello mallorquín. La casa se vale de materiales como la madera de ébano, el hueso, el pan de oro y plata o la piel de pitón para transmitirnos una historia que aquí, en loff.it, hemos imaginado así, muy Bond (muy Brosnan, si me lo permiten).
Dry Martini: London Dry Gin, vermut francés, Orange Bitter, twist de piel de limón y una aceituna verde.