Joyas del imperio Chopard.

Una colección majestuosa, que juega con la luz y los volúmenes, de Chopard.

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Hay joyas que, debido a su exclusividad y a lo espectaculares que resultan, han sido elegidas por las familias reales para formar parte de su tradición y de su legado. En Rusia, los zares se encapricharon de los codiciados huevos de pascua Fabergé. La corona de San Eduardo, hecha de oro sólido y ribeteada de armiño y terciopelo, solo se usa durante las ceremonias de coronación británicas. Y el diamante Hope, de más de 45 kilates y uno de los preferidos de Luis XIV, fue misteriosamente robado durante la Revolución Francesa y no reapareció hasta 1830 en Londres.

Chopard rediseñó en 2010 el modelo de reloj Imperiale creado en los años 90 y, ahora, para acompañarle ha creado una nueva línea de joyas impregnadas de delicados detalles que reviven y modernizan el estilo de joya imperial.

La colección desprende sofisticación y sensualidad, cada pieza está delicadamente tallada y recuerda a los bordados de los antiguos ropajes y cojines. Los colgantes, sortijas y pulseras tienen formas curvas y están realizadas en oro rosa o blanco, pulidas o engastadas de diamantes y completadas con amatistas, calcedonias o cuarzo rosa.

Una colección majestuosa, que juega con la luz y los volúmenes y que combina la fuerza y a la vez la fragilidad de los grandes imperios, como el de la firma Chopard.

Chopard

Lucir

Accesorios ideados con el fin de resultar absolutamente adictivos. Joyas, bolsos, sombreros, gafas o zapatos que nos enganchan al primer vistazo.

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