Dior como anillo al dedo.

Una colección inspirada en los años 50 de la firma francesa, bautizada como Dear Dior.

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Cuando hablamos de anillos, muchos piensan en los olímpicos, ahora que Londres 2012 está cada vez más cerca. Otros se proyectan hasta Saturno, que anillos no le faltan. Los más cinéfilos recurren a la trilogía más famosa y extensa llevada al cine, con señores oscuros, hobbits, elfos y demás familia. Y a quienes disfrutan con las cosas del corazón y el papel couché, seguro que recuerdan el del impresionante zafiro azul que comprometió a Kate con William.

Pero dentro de esta polisemia circular, nosotros vamos a quedarnos con la última versión, la de los anillos de lucir, de complementar, de significar y de los que uno querría para toda la vida.

Y ya que estamos vamos a soñar un poco. Cierra los ojos y empieza a ver amatistas, esmeraldas, zafiros y turquesas, oro amarillo, platino, diamantes, rubíes, tanzanitas, ópalos… Abre los ojos y comprueba que quien hace tus sueños realidad es Dior, bajo la dirección creativa de la parisina Victoire de Castellane.

Ella que tras pasar por el imperio de Karl, fue fichada por Bernard Arnault para diseñar la alta joyería de Dior (hace ahora 14 años), ha creado una colección inspirada en los años 50 de la firma francesa, bautizada como Dear Dior.

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