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cerrarPies quietos.
Para alegrar a los pies propios y sorprender a los ajenos, sin duda, Happy Socks.
En un caserón de color rojo y 400 años, entre cerezos y arbustos y en el centro de Estocolmo nace una idea: la de convertir algo tan útil y cotidiano como un calcetín en un objeto de deseo lleno de color y capaz de transmitir felicidad. Esa idea es Happy Socks y hoy alegran y divierten pies en más de 50 países.
Sus propuestas para vestir los pies de los chicos trabajadores van desde un estilo formal y discreto sin renunciar nunca a alguna concesión happy, a los más atrevidos y coloristas pasando por un casual friday sin grandes estridencias:
Colores oscuros con rayas finas o pequeñas puntadas de color para los más serios, los clásicos rombos o el toque de color en puntera, elástico y talón para los que se sienten un poco más atrevidos, y todo un arcoiris de color en líneas y otros dibujos para los más audaces.
Para alegrar a los pies propios y sorprender a los ajenos, sin duda, Happy Socks.