Sobrecarga en el mercado de bolsos de lujo.

El futuro de los accesorios y de los bolsos de lujo, en concreto, no está escrito, y todos, hasta Hermès o Chanel, habrán de reinventarse.

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Los accesorios de lujo tradicionalmente han sido la puerta de entrada de las personas con rentas muy altas ma non troppo al mundo exclusivo del lujo. Llevar un bolso de una marca elitista marcaba una aspiración y una tendencia personal a un tiempo. Es por eso que, de acuerdo con el informe de Bain & Company, en el año 2014, saliendo a duras penas de la recesión económica, los accesorios de lujo representaban el 29 por ciento del mercado y crecieron un 4 por ciento en ese añomás que la ropa o que los bienes de lujo más potentes como casas o automóviles, las siguientes dos categorías más grandes de lujo.

Hoy la situación es diferente. El mercado de los accesorios, y en concreto el de los bolsos de lujo, tiene problemas por lo que se conoce como «muerte de éxito«. Así, el prestigioso analista de Exane BNP Paribas, Luca Solca, explica que se avecinan nubarrones en el sector. Las claves son varias.

La expansión de las ventas de bolsos requiere espacio en las tiendas, pero al ser un sector volatil, mucho más dada la competencia, las grandes marcas no están dispuestas a ampliarlas más. Otra clave es la competencia tan diversificada, en la que cada estrato emplea diferentes estrategias en función de sus aspiraciones y posibilidades. Desde concentrarse en bolsos más pequeños y, por tanto, algo más baratos, para capturar a los clientes más jóvenes, hasta trabajar la marca a través del logo, o intentar emular a los bolsos de lujo de alta gama. Por su parte, éstos, se han visto en la necesidad de abandonar los logos grandes y diferenciarse por los diseños exclusivos y detalles en el material de fabricación para mantener esa exclusividad y distanciarse de las marcas de lujo más asequibles.

En un mercado inundado de elecciones, una estrategia basada en el éxito y la reputación pasada, ya sea asociado con un logotipo, una forma o un material, es una receta para el desempeño negativo. Louis Vuitton descubrió esto hace tres años y llegó a la conclusión de que era necesario innovar, no abandonar logotipos. Lo mismo ha ocurrido más recientemente a Prada, que se basó en unas pocas formas distintas para destacar como los especialistas de gama alta más caros.

De acuerdo con Luca Solca, el futuro de los accesorios de lujo y de los bolsos en concreto, no está escrito, y todos, hasta Hermès o Chanel, habrán de reinventarse.

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