Paris Shangai.

El viaje que comenzaba en París en 1859 termina por hoy en Shangai; pero ésta no es más que una escala en la ruta infinita del viajero francés.

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París, Roma, Londres, Nueva York, Macao, Las Vegas, San Francisco, Sidney, Tokio, Hong Kong, Singapur, Taipei, Kobe, AmmanShangai. No podía soñar Louis Vuitton con un recorrido así ni tan siquiera para sus primeros baúles, aquellos a los que comenzaba a dar forma y estilo bajo la dirección del maestro Maréchal en París, antes de que su nombre representara nada más que a un joven de 17 años que llegaba a pie a la ciudad de la luz, y que otros tantos años después abría su primera maison, junto a la Place Vendome. Ese es el principio de la historia que se ha escrito, y se escribe, bajo la firma Louis Vuitton, esencia de la piel, los viajes y el lujo.

Louis Vuitton ha abierto sus puertas en Shangai y no sólo al calor de su ser y su esencia, sino integrándose en la cultura milenaria a la que quiere enamorar; claro que Shangai, rendida ya al lujo occidental, acoge a Vuitton, más multicultural que nunca enarbolando la colección de Yayoi Kusama, con el orgullo de tener la boutique número 16 de la firma en el mundo, y de que ésta sea también una maison única, en tanto que Peter Marino ha abrazado la esencia milenaria del país del sol naciente en su diseño.

Tras una espectacular fachada de luz, se acomoda el viajero francés en cuatro plantas en las que tiene cabida todo un muestrario de su historia y actualidad, en un entorno diseñado a su ser y al gusto de quienes van a visitarlo: además de los espacios dedicados a la marroquinería, las colecciones ready to wear, gafas de sol y bisutería, y de las líneas de viaje, relojería, joyería, zapatería, presenta un espacio y servicio absolutamente exclusivo y, en gran medida, masculino, muy del gusto de la élite asiática: se trata del servicio made-to-order de zapatería masculina y las colecciones de pieles exóticas; este lujoso y exclusivo espacio se encuentra en la cuarta planta, decorada como una residencia privada, y a él sólo se accede por invitación.

Pero no es la cuarta planta, en la discreción del lujo, lo que más llamará la atención de los visitantes, sino la escalera central que une las cuatro plantas de Vuitton en el Plaza 66, un diseño oval en metal dorado color champagne, a cuyos pies luce una brillante pagoda, la escultura más alta del trío de obras de Qiu Zhijie ‘Three pool mirroring the moon’.

El viaje y su historia comenzaba en París en 1859 y termina por hoy en Shangai… pero sabemos que ésta no es más que una nueva escala en la ruta infinita del viajero francés.

Louis Vuitton

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