La vuelta al pasado del lujo del futuro.

Muchas veces, el futuro se vislumbra mirando hacia atrás. Y eso es lo que sucede con el sector del lujo en el que la personalización manda.

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Mucho se especula acerca de las futuras tendencias en el mundo del lujo. La previsión de lo que va a pasar, la victoria frente a la incertidumbre es, no solamente en economía, sino en todos los ámbitos de la vida, una de las actividades a las que el ser humano dedica más energía desde tiempos inmemoriales. El «¿Qué será, será?» que cantaba Julie Andrews personificando a María en Sonrisas y Lágrimas solamente apunta a una inquietud que ha dado lugar a departamentos enteros en prestigiosas universidades.

La gran paradoja es que, muchas veces, el futuro se vislumbra mirando hacia atrás. Y eso es lo que sucede con el sector del lujo, que tanto dinero mueve y tanto bien ha hecho en tiempos de crisis. Si en el pasado más reciente el sector del lujo se vio cuestionado por una economía consumista y globalizada, en la que las comodidades ya no eran cosa de privilegiados, sino que, en nuestro mundo occidental cada familia tiene agua, luz, calefacción, como mínimo, en este reciente siglo XXI, la cosa va a más.

Porque, para fortuna de todos, la clase media ha expandido su ámbito y tener garage, una piscina comunitaria, estudiar inglés, o viajar al extranjero ya no son algo excepcional. Esta situación ha empujado durante años al sector del lujo hacia la sofisticación en el diseño, la aplicación de nuevas tecnologías y el alza de los precios. A pesar de ello, las falsificaciones y la mejora del poder adquisitivo de países emergentes así como la aparición del llamado «lujo asequible» hace cada vez más difícil el reto de la exclusividad que define los bienes y servicios realmente «premium».

¿Cuál es la tendencia? Volver al pasado, a los siglos XVII y XVIII cuando no existía esa sociedad consumista ni la estandarización de marcas. Eran los siglos en los que lujo significaba «personalización». Cuando los grandes maestros perfumistas elaboraban fragancias para esta dama o esa reina; los fabricantes de vestidos diseñaban un cuello, o unas mangas exclusivas para la señora condesa o la esposa de tal poderoso general; los joyeros se esforzaban en que cada mujer luciera una joya hecha a medida para su cuello o su muñeca, de acuerdo con sus rasgos, color de piel, y estilo.

Un vistazo al futuro de la hostelería, la moda y los complementos nos muestra que, cada vez más, por encima de los precios y las calidades está en boga la personalización. Una vuelta al pasado que nos muestra lo importante que es revisar la historia y aprender de ella.

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