Una tarde en el jardín inglés.
En un jardín inglés donde la primavera invade cada rincón, Mulberry.
Los monstruos existen y son tiernos. Eso es así o Mulberry nos engañó en su última campaña. Lo cierto es que, buenos o malos, tiernos o ariscos, los gigantes peludos y con garras ahora tienen que ceder una pizca de su protagonismo al gran intruso de la pasarela londinense, ese que ha ido pavoneándose con melena y pedicura perfecta por el Claridge como pepito por su casa. ¿La colección? Estupenda. ¿El caniche? Más aún.
La firma británica sitúa la escena en un jardín inglés donde la primavera invadía cada rincón. Si en algunas colecciones es complicado establecer una línea que nos separe la realidad de la ficción, Mulberry la ha marcada y con creces. Un viaje al pasado con cierto aire vintage nos permite volver la vista lo justo para, de nuevo, volver a un día a día inundado de tonos pasteles con rosas, mentas, albaricoques, etc.
El detalle romántico lo propusieron elementos como botones florales en chaquetas y flores metálicas que impregnaban diferentes prendas, convirtiéndose en el estampado principal. Faldas plisadas, vestidos vaporosos y pantalones de lentejuelas, a juego con la indumentaria del intruso peludo, aportaban un sentido elegante y sofisticado a la última colección de la casa.
No es la primera vez que Mulberry busca acompañante a sus modelos en la pasarela pero, sin duda alguna, este señor de negro ha sido mi preferido.