Érase una vez una Kimmidoll.

Ella, en sus complementos, se encargaba de recordarles qué era lo verdaderamente importante...

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Érase una vez una pequeña muñeca oriental que llevaba años lejos de su casa.  En su ciudad había muchas como ella, un carpintero había decidido empezar a crear años atrás pequeñas figuras de resina pintada para representar los verdaderos valores de la vida. Y así es como, inspirado en las tradicionales Kokeshi, nacieron estas pequeñas y elegantes muñecas.

Kimmidoll era una de ellas. Había salido de su ciudad para irse con la una familia a la que había sido regalada, y durante años había bendecido su casa y todos los momentos importantes de su vida. Ella se encargaba de recordarles en las malas rachas qué era lo verdaderamente importante: la amabilidad, la felicidad, la alegría, el respeto… Pero entonces llegó la caótica mudanza y ella, junto con otros tantos objetos, se perdió.

Fue entonces cuando decidió crear una línea de complementos que tuvieran ese mismo espíritu y pudieran acompañar a la gente durante todo el día. En sus accesorios te encontrarás colores brillantes e intensos combinados con lirios, peonias y flores de loto. Un bloc de notas con espejo (6,50 euros) acompañado de un bolígrafo, una taza (10,95 euros) para dejar en la oficina y, para ir siempre perfecta, un neceser (17,95 euros) y un pequeño espejo (9,95 euros).

Kimmidoll

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