El Transiberiano de Louis Vuitton.

En otro tiempo las hubieran acusado de brujería y llevado ante el juez. Hubieran encendido hogueras por toda Inglaterra y organizado una brutal cacería para extinguir cualquier indicio de nuevos casos. Sin embargo, a ellas las subieron a un barco con destino Rusia. El exilio absoluto y eterno, ese era su castigo.

Una vez en Moscú, decidieron huir al este, lejos de las heladas y los litros de vodka de sus compañeros de alcoba. Compraron diez billetes de ida rumbo Shanghái, empaquetaron sus pertenencias y a la mañana siguiente se subieron a un tren al que llamaban el Transiberiano. Así comenzó un viaje de siete días y seis noches hasta la tierra del opio a deshoras y la delicada porcelana.

Y mientras ellas leían, reían y fumaban, alguien las observaba desde el último asiento. Un hombre completamente maravillado por la intensidad de sus ropas, plagadas de detalles, brocados y botones joya que dotaban de barroquismo elitista todos y cada uno de sus looks. Vestían ropas amplias que acentuaban sus alargadas siluetas, sobre las que destacaban abrigos estampados de solapas XXL. Les gustaba superponer prendas y crear curiosas combinaciones oversize, así mezclaban faldas tubo con pantalones sastre tobilleros y románticos botines de plataforma.

Eran excéntricas y atrevidas, si bien mientras a unas les divertía jugar con prints pasley y bolsos peludos de artísticas hebillas, a otras les chiflaban los escotes camiseros y los sombreros derretidos muy Salvador Dalí.

Así, como sacada de un cuento a medio camino entre la realidad y la poesía surrealista, presenta Louis Vuitton, de la mano de Marc Jacobs, su nueva colección otoño-invierno para mujer. Sublime campaña, fotografiada por Steven Meisel, en la que la firma recupera el concepto del viaje romántico de antaño y aquel tren que nos dejó a todos con la boca abierta en París.

Louis Vuitton