Chillida a tus pies.
En tonos naturales del blanco al beige encontramos a Chillida tejido en una alfombra.
Eduardo Chillida es un representante del selecto grupo que componen quienes logran convertir sus ideas en realidades y arte; en San Sebastián, al final de la playa de Ondarreta, y en conjunción perfecta con la naturaleza, permanece impasible el Peine del Viento como muestra de la infinitud de caminos que pueden llevarnos a la belleza y de la grandeza de su creador.
Chillida tenía el cantábrico, sus olas y vientos en su ADN pero antes de casarlo con el hierro y construir una inmensa escultura a medio camino entre lo natural y lo artesano, pasó por otras ideas, otras obras y otros dibujos; son éstos los que Nanimarquina recupera y teje para poner a Chillida a nuestros pies, en una colección de alfombras.
Alfombras hechas a mano, utilizando diferentes técnicas pero todas artesanales y con el respeto y reverencia que la obra pictórica de Chillida merece, Nanimarquina la lleva al suelo en diferentes tejidos, lana, moer, seda… jugando así con las texturas para realzar más si cabe el encanto de su modelo.
Y así encontramos tanto los dibujos alrededor de las famosas manos, las que permitieron a Chillida llevar sus ideas a hechos y dejar una huella imborrable en el mundo, y su relieve escultórico hecho de papel, gravitación, ambos trabajos de los 90 y posteriores por tanto al Peine del Viento, hasta los dibujos anteriores a él, los que muestran el camino artístico de Chillida hacia su obra más emblemática, collage (1966), dibujo en tinta (1957) y figura humana (1948).
En tonos naturales del blanco al beige que emulan al papel ajado, ya vivido, y en apariencia de mano alzada, encontramos a Chillida tejido a mano en lana de Nueva Zelanda, moer y seda en unas alfombras que miramos como si fuesen tapices, más con la intención de reverenciarlas que de pisarlas porque esta colección de alfombras es, más que un complemento del salón o el comedor, el centro de su decoración.