Mi Bikini.
No es un auténtico bikini si no pasa por un anillo de matrimonio...
«No es un auténtico bikini si no pasa por un anillo de matrimonio» rezaba la publicidad de aquellos primeros que escandalizaban a medio mundo y encandilaban al otro medio.
Era 1946 y el ingeniero Louis Réard y el modisto Jaques Heim andaban enredados en una competición por ver cuál de los dos creaba el traje de baño más pequeño. Heim llamó al suyo «Atom», el bañador más pequeño del mundo. Réard se descolgaría con un minúsculo bañador de dos piezas y le pondría el nombre de aquel atolón de las Islas Marshall, en pleno pacífico, prácticamente desconocido hasta que ese mismo año los norteamericanos comenzaron a hacer en él ensayos con la bomba atómica. Llamarlo bikini no sólo era una provocación ante el átomo de Heim, los bikinis eran, efectivamente, una bomba.
En el mismo pacífico, pero a 3562.91 kilómetros al sur del atolón de Bikini -donde por supuesto ya no se hacen ensayos nucleares- en la increíble y paradisíaca isla de Namotu en Fiji, la marca australiana de ropa de surf nos presenta su colección de bikinis para este verano con cuatro jóvenes surferas profesionales del equipo de Rip Curl: la norteamericana (de Hawaii) Alana Blanchard, la australiana Tyler Wright y la francesa Pauline Ado, a las órdenes del fotógrafo David Mandelberg.
Lo más espectacular de esta colorida, fresca y juvenil colección es ver a las chicas surfeando con esos mínimos bikinis -que a buen seguro pasan por un anillo de matrimonio- que no pierden ni por un instante su posición, toda una garantía de comodidad. Y de tranquilidad.