Un De Beers es para siempre.
Si hay un lujo exclusivo más allá de toda duda ese es el que representan los diamantes, espcialmente si son De Beers.
Fue en 1947 cuando la firma De Beers lanzaba un eslogan que se sería tan enterno como los propios diamantes: Un diamante es para siempre; cuando hicieron este anuncio sabían muy bien lo que decían porque De Beers conocía ya entonces la eternidad de esta piedra preciosa, no en vano llevaban extrayéndolos de las minas desde 1888, año en el que Cecil Rhodes fundaba la compañía, una firma cuyo principal socio era en 2004 otro nombre ligado por siempre jamás a la historia de los diamantes: la familia Oppenheimer.
Es verdad que la historia de la firma De Beers tiene un lado oscuro pero no es menos cierto que desde que se liberalizó el mercado de los diamantes en los años 90 del siglo pasado y dejó de ostentar el monopolio de la explotación de las minas y posterior comercialización de los diamantes ya tallados o en bruto, la situación de la compañía y su forma de moverse en un mercado tan complejo y que nadie conoce mejor que ellos, ha cambiado sustancialmente.
Lo que no ha cambiado es esa maravillosa certeza que nadie se atreve a cuestionar, un diamante es para siempre, un De Beers es para siempre, es un regalo eterno e inolvidable de valor y belleza más allá de todo cálculo.
Si pudieras elegir un De Beers ¿con cuál te quedarías? (disfruta de la galería de imágenes que ilustra esta noticia para elegirlo…).