Navegando en el yate de oro.

Un coloso dorado fue el protagonista la semana pasada de uno de esos momentos que quedará para siempre en la retina de los habitantes de Sturgeon Bay. En esta localidad del lago Míchigan, con un canal que une Green Bay con el propio Lago, se realizó la botadura del 48M SuperSport, el último súper yate de la firma Palmer Johnson. Y no es un yate cualquiera, sino un gigante de 45 metros de eslora (115 pies) construido completamente en color oro.

Y es que este nuevo yate del rey Midas se merece la medalla de este metal precioso por sus prestaciones y, sobre todo, por su diseño, a medio camino entre nave espacial y yate súper sónico del ejército. Su precio, de 10 millones de dólares, está a la altura, sobre todo si tenemos en cuenta que es el primero de estas características que se ha fabricado por completa en un tipo de fibra de carbono que lo convierte en uno de los más ligeros.

Según su jefe de diseño, Berkeley March, «ha permitido reducir el peso de la estructura en dos tercios de lo que hubiera sido lo convencional. Esto, además, conlleva que necesite menos energía para navegar en el agua», explica. Y no será por falta de motores, ya que es capaz de llegar a los 32 nudos, es decir, 60 km/h aproximadamente.

Con tres cubiertas diferentes, tiene capacidad para 12 pasajeros y nueve miembros de la tripulación. Todas las habitaciones, suites y zonas comunes se encuentran, además, abiertas al mar, por lo que se asegura en todo momento las vistas. Es de lo que se encargaron los 200 empleados que construyeron este coloso durante 18 meses en los astilleros norteamericanos.

Su destino, por ahora, es el Mediterráneo, donde será trasladado tras una apasionante aventura para llegar en trailer al Atlántico. Seguro que allá por donde pase dejará a todos boquiabierto. Fuera o dentro del agua.