10 rincones imprescindibles en una escapada a Nantes.
La capital de los Países del Loira presume de río, de exuberancia y de historia en cada rincón. Tomarse unos días para conocer Nantes merece muchísimo la pena.
Aunque tiene una población que no llega a los 300.000 habitantes, Nantes es la sexta ciudad más poblada de Francia. Esto le permite gozar de un dinamismo a medida de las grandes urbes, pero sin perder la perspectiva de una ciudad en la que prácticamente se puede ir a cualquier lugar andando. Capital Verde de Europa hace unos años, es precisamente una línea de este color la que permite al turista ir descubriendo cada rincón, en una ruta pensada para que no se pierda ninguna de sus maravillas. Por ejemplo, estos 10 imprescindibles.
A pesar de que son nuestros vecinos, hemos de reconocer que no sabemos demasiado de la historia medieval de Francia. Allí, en Nantes, su grandioso castillo nos recuerda que fue en la ciudad donde se dieron los pasos que unirían Bretaña y Francia, y todo ello en una fortaleza restaurada de forma palaciega, que conserva muros, torres, foso… y que no hay fin de semana que no tenga actividades paralelas.
El edificio pertenece al estilo gótico flamígero y, aunque son varias las iglesias que llaman la atención en la ciudad, si merece la pena entrar en la Catedral (por cierto, gratis) es para poder ver la increíble tumba de los padres de Ana de Bretaña, los reyes Francisco II y Margarita de Foix, un impresionante ejemplo de escultura en mármol que te deja boquiabierto.
Acercarse hasta la Isla de las Máquinas es esencial por dos motivos. El primero, este carrusel gigante de 25 metros de altura y 22 metros de diámetro en la orilla del Loira y que gira en varias plataformas superpuestas, imitando los fondos abisales y la superficie marina. Un mundo de fantasía y mecanismos que gustará tanto a pequeños como a mayores.
En las Máquinas de la Isla reina un gigantesco elefante mecánico que, a paso lento pero firme, va realizando un giro por una amplia zona de la isla de Nantes. Forma parte de los mundos inventados, herencia de Verne y Leonardo, entre otros, así como de la propia historia industrial de la ciudad. Subirse al elefante es toda una experiencia, sobre todo tras ver el museo de las máquinas.
A priori, si nos dicen que vamos a entrar en una galería de tiendas de lujo llena de escaleras, nos puede entrar pereza. Pero una vez la línea verde nos lleva hasta allí, no habrá desánimo que impide que queramos recorrer cada planta y cada escaparate. Boutiques muy especiales y también de marcas de referencia como Hermès nos espera en un lugar lleno de columnas y mármol realmente bello.
Con 144 metros de altura, esta torre de los 70 es quizás uno de los edificios menos agraciados de la región, afamada precisamente por los castillos junto al Loira, pero hace cierto que no hay mejores vistas que desde allí, primero por ser el más alto de la zona y, segundo, porque no se ve el propio edificio al estar allí. Además, llama la atención El Nido, un gran pájaro que hace las veces de sofá dentro de la plataforma de observación.
Nantes es la ciudad donde nacieron las famosas galletas LU y la fábrica original es ahora ‘El Lugar Único’, una zona de esparcimiento cultural y dinamismo, con hammam incluido. Pero también lo es de las galletas BN y de otras muchas tradicionales, realizadas con mantequilla, al estilo bretón, y que se pueden probar por doquier, muchas hechas también en el Monte Saint-Michel.
Coger tranquilamente el barco que va desde una orilla a otra del Loira y desembarcar en el pequeño pueblo de pescadores de Trentemoult es una delicia. Allí nos esperan coquetas terrazas, heladerías artesanas (con sabores como jengibre, por ejemplo), callejuelas llenas de flores e incluso un péndulo gigante instalado en una antigua construcción de astillero.
El escritor de aventuras fantásticas más conocido del mundo nació en Nantes. La ciudad lo recuerda y homenajea, entre otros rincones, con este museo en el que, más que contar su vida en plan biografía, hace un repaso por los mundos que él creó. Es un palacete restaurado que se encuentra junto al Planetario de la ciudad, en un promontorio. Perfecto para los fans de Verne.
No se es la Capital Verde de Europa porque sí. Aunque el título lo ejerció hace unos años, hoy sigue siendo un ejemplo de ciudad volcada con la naturaleza. Se ve en sus muchos bulevares con árboles cortados de forma cúbica, sus jardines, los paseos por los ríos Loira y Erdre, el viaje hasta el estuario… Naturaleza cuidada y hermosa.
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