The Sunday Tale
Caliente como el café recién hecho y dulce como la mermelada. Cada domingo Berta Rivera te ofrece un delicioso relato hilvanando con ingenio los productos más Loff de la semana. Un original repaso para leer en la cama mientras desayunas.
▼ Lo último en The Sunday Tale
Siempre.
La palabra siempre conjura la eternidad de las cosas llevándolas a esa inmensidad sin fin que es el recuerdo, un lugar en el que el tiempo no existe. ver
Palabra.
Las palabras se las lleva el viento, le dijeron, y corrió al jardín esperando ver miles de palabras volando alto y lejos llevadas por el viento… pero no vio ninguna. ver
2017.
1 de enero de 2017. Hoy es el primer día de un nuevo año, un nuevo comienzo, una nueva oportunidad, un nuevo cuento… ver
Navidad.
He aquí un cuento de Navidad que habla de quienes la aman y de quienes la detestan, que habla de personas… y de libertad. Feliz Libertad. Y Feliz Navidad. ver
Libre.
Y entonces un pajarillo pequeño y revoltoso le explicó a un hombre por qué la libertad era, tantas veces, mentira… ver
Nueces.
Los frutos de otoño anticipaban los sabores de la Navidad: un cuenco de nueces, un cascanueces, el crepitar de la madera en la chimenea, el tintineo de un villancico… y mucho ruido. ver
Puentes.
Los puentes son un recurso del camino para no morir a la orilla del río. O un invento del diablo cuando es el infierno lo que late al otro lado. ver
Envidia.
Áine, que siempre había deseado pisar la tierra vistiendo un cuerpo de carne y hueso, ahuyentó aquella idea de su mente para siempre; mientras la envida morase en el corazón humano no querría ella uno latiendo en su pecho. ver
Danza.
Hacía mucho tiempo que había descubierto cuanto en común tenía la vida y la danza… Las dos podían mostrar un rostro bello y armónico escondiendo tras su belleza un profundo mundo de emociones. ver
Incierto.
Llueve.
El repiqueteo de la lluvia en la ventana era constante y, al pensar en cuántos charcos estarían formándose a lo largo y ancho de la ciudad… sonrió. ver
Puente.
Tal vez los puentes no fuesen más, ni menos, que esa casualidad perfecta que acababa por regalarle unos días para vivir. ver
Caperucita.
Estaba ya aburrida hasta la tristeza de vivir siempre el mismo cuento, de afrontar cada día el camino del bosque con su caperucita roja para encontrar siempre al mismo lobo, siempre la misma intención y siempre el mismo final que se convertía en un nuevo principio igual al alterior. ver
Literatura.
Cuento.
Cuento hasta 10, hasta 100 y hasta mil, cuento sueños, cuento libros, cuento risas, besos, mimos, cariños y cuentos, descuento desprecios, sin contarlos, feísmos varios y descréditos de todos los colores y confirmo cada día aquello que siempre supe… no … ver
Razón.
La razón es caprichosa, etérea y abstracta, tanto que cuando crees que la tienes hace ¡zas! y ya no está a tu lado… ver
Simplemente.
‘No vemos las cosas como son sino como somos nosotros’ decía Kant, y era cierto, es más, vemos sólo lo que queremos ver, cuando queremos verlo y como queremos verlo… ver
Moda.
Las temperaturas habían caído al suelo y tocaba preparar el fondo de armario y de alma para la vida de otoño. ver
Mentira.
Negocio.
Momentos.
Tal vez la vida era sólo eso, pensó, un montón de momentos que se suceden unos tras otros, momentos que llegan y pasan, momentos que nunca vuelven, momentos que fueron… y, tal vez, momentos que serán. ver
Cuerpo.
Se concedió un capricho lencero porque sí y para sí. Se lo puso y se plantó frente al espejo de cuerpo entero de su habitación. Allí estaba, su cuerpo tal cual. ¿Y ahora?. Su relación con su cuerpo había sido … ver
Tal vez la libertad era eso.
Tal vez la libertad fuese, también, un estado de ánimo o incluso un sentimiento, una emoción, un modo de ser, de sentir, de vivir… ver
Ipanema.
Había elegido Brasil como destino y no había sido una elección casual, era el eco de un sueño de niña y de una garota de Ipanema… de aquella dulce melodía, de la bossa nova, de Río, Sao Paulo, Salvador de Bahía, Iguazú… Brasil. ver
No.
‘No’, palabra fea donde las haya, es un vocablo que los niños se niegan a entender cuando lo reciben y, en cambio, usan con profusión. Claro que a veces, como le sucede a Rodrigo -que es el protagonista de este cuento- resulta que tienen razones. ver
Visión.
Tener visión es ver, ver incluso lo que los ojos no ven y no por estar loco ni febril sino por saber mirar… ver
Éxito.
El éxito era algo más que ser fiel a uno mismo, que también, era soñar y empeñarse en cumplir los sueños, poner todo el esfuerzo en ello, fracasar, triunfar o incluso cambiar el rumbo por el camino para soñar de nuevo… porque el éxito era vivir. ver
Gafas.
Érase una vez la historia de una niña que tejía el mundo de color de rosa mientras lo miraba a través de unas gafas del mismo color. ver
Atardecer.
Stop.
Aprendió a decir ‘hasta aquí’, ‘basta ya’, ‘stop’ cuando comprendió que la perseverancia podía convertirse en su enemigo. ver
Música.
¿A qué suena la vida? se preguntó… y sonrió ante su incapacidad para responderse porque la vida sólo podía sonar a una cosa, a música. ver
Dress Code.
Abrió la invitación al evento y buscó el dress code para saber a qué atenerse en cuando a su atuendo, no esperaba encontrar un ‘Smart Elegant’, no ‘Smart Casual’, tampoco ‘Elegant’. Ni desempolvando sus apuntes de protocolo lograba entenderlo… ver
Sol.
El sol tenía un cálido y luminoso efecto sobre su mundo conocido, al calor de su brillo el mundo parecía más vivo y todas las cosas de la vida parecían ocupar su lugar de forma natural. ver
Tempestad.
De noches, sueños y desvelos, de tempestades íntimas y travesías inolvidables, de aventuras, pasiones y otros alardes… de domingo y de cuento. ver
Sorpresa.
Lucha.
Se embarcó en una lucha contra todo y contra todos los que convertían la vida en lo que ésta no estaba llamada a ser, una lucha. ver
Construir.
A veces, más de las que le gustaba reconocerse a sí misma, no entendía a las personas, no entendía lo que hacían ni lo que deshacían, tampoco lo que dejaban de hacer ni sus por qués. ver
Mamá.
Aquellas mujeres, las madres, llevaban a sus espaldas un trozo más del mundo del que les correspondía… ver
Letras.
Érase una vez un caja de letras en la que vivían todas las letras del abecedario -en mayúsculas y en minúsculas-, juntas podían decirlo todo o nada, y lo sabían… ver
Duro.
Pero, se preguntaba, ¿en qué consiste realmente trabajar duro? y así fue como acabó en la RAE y como logró hilar una respuesta a esta cuestión. ver
Rumbo.
El rumbo es realmente lo importante porque, sin él, el destino es tan solo una utopía. Y de ahí la brújula, el GPS y cuánta ayuda puedas regalarte… ver
Talento.
El talento es mágico porque no se ve ni se huele, no se toca y tampoco se mira, ni tan siquiera se le oye y en cambio se siente, se siente intensamente… ver
Lujo.
¿Qué es lujo?, dices mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul. / ¿Qué es lujo? ¿Y tú me lo preguntas? / Lujo… eres tú. ver
Cinco.
Érase una vez un cuento ambientado en un lustro, en 5 años y 60 meses, en 260 semanas, 1.825 días… y sus noches. ver
Deseo.
Deseó, con la pasión del ansia insatisfecha, que el deseo no despertara de sueño eterno e inquieto. Porque deseó hacer de la quietud, virtud… y acción. ver
Acuerdo.
Mirarse a los ojos y sentirse con el sólo objeto de entenderse, ese era siempre el principio de un acuerdo… que no es lo mismo ni es igual que estar de acuerdo. ver
Frío.
El más grande, el más lujoso, el más rápido, el más bello, el más… cuando la osadía humana sobrepasa los límites de lo posible no queda más camino que ese que no ha de tener retorno, el del desastre y el fin de los días de vino y rosas. ver
Nieve.
La nieve como concepto, como contraste, como idea… cómo símbolo de quietud y de inclemencia, de la posibilidad de las cosas y de la convicción de hacerlas ciertas. La nieve… como un cuento. ver
Curiosidad.
Érase una vez una inquietud profunda e intensa que exigía respuesta, era la curiosidad, esa que mató al gato… y despertó al niño. ver