Maestras.

Érase una vez las mujeres en la historia según ellas mismas lo han contado... Tus maestras, si tú quieres.

Aparcó su coche cerca del colegio en el que había entrado por primera vez con 4 años cumplidos y del que había salido por última vez, sin mirar atrás ni intención de volver jamás, con 17 años; bajó caminando la calle que tantas veces recorriera con sus amigas, descubrió que donde antes había un kiosko de chuches hoy había sólo un local cerrado y abandonado y, donde había estado la librería, hoy había una tienda de uniformes colegiales y otras prendas de ropa infantil. Miró hacia la inmensa mole que seguía siendo el que fuera su colegio y se encaminó hacia la gran escalinata que la llevaría hasta la puerta que tantas y tantas veces había cruzado.

Saludos, abrazos, bienvenidas… se preguntaba en qué endiablado momento había aceptado volver ¿dar una charla a un grupo de adolescentes? ¿hablarles de feminismo? ¿ella? … comenzó el día pensando que nunca debió haber aceptado, a mediodía ya había roto las notas de su charla y, para cuando le tocó salir, lo hizo con las manos vacías y la única intención de defender aquello en lo que creía tanto si resultaba políticamente correcto como si no era así. La suya sería la única charla que no terminaría con un video de Beyoncé.

Veréis -dijo -yo soy un poco rara, así que a lo mejor os sorprende un poco lo que quiero contaros pero aun así lo haré porque… bueno… ya que he venido… ¿no? –hubo un ligero murmullo de sonrisas en el auditorio, un auditorio al que miró preguntándose si seguirían riendo cuando avanzara en su exposición-.

Os decía que soy rara porque cuando veo a Beyoncé no pienso en feminismo, pienso en conciertos, fiesta, copas… -más risas- en realidad no suelo pensar en feminismo, pienso en mujeres, en el camino que hemos recorrido y en el que nos queda por recorrer, en cómo hacerlo, cómo avanzar, cómo mejorar, en tanto como nos queda por hacer… a todos. -silencio… y una mano en alto-.

Entonces cuando piensas en feminismo o en mujeres ¿en quién piensas?– preguntó una niña que debía tener 12 o 13 años; ella se quedó en silencio degustando la pregunta y lo que iba a ser el final de su charla se convirtió en el principio –en mis maestras -respondió con contundencia y dejó que por unos segundos el auditorio pensara que iba a hacer una oda a las profesoras del colegio.

Veréis, yo, como vuestros profesores y la dirección de este centro, creo que la educación es esencial y como ellos también pienso que en ella está la base del cambio cultural que necesitamos; los hábitos y las costumbres, lo vivido, tiene un gran peso sobre nuestra forma de pensar y actuar, mucho más grande que las palabras… aunque sean cantadas. Yo no sé si la educación tiene que ser más feminista o no -añadió aludiendo a una afirmación de una ponente anterior- pero de lo que sí estoy segura es de que es el momento de recurrir a las grandes maestras, a las mujeres que dieron grandes lecciones que no hemos acabado de aprender-.

Mirad, la sociedad en la que vivimos es todavía machista, sí, pero en la que vivía Virginia Woof lo era mucho más, entonces no existía siquiera la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y eso no le impidió darse cuenta de que no hay barrera, cerradura ni cerrojo que se pueda imponer a la LIBERTAD de la mente; fijáos si era machista la sociedad en la que vivía Emilia Pardo Bazán que para ir a la Universidad tuvo que vestirse de hombre y eso le ayudó a darse cuenta de que no hay palanca más poderosa que una CREENCIA para mover las multitudes humanas; por eso es tan importante la educación… porque lo que se os enseña acabará formando parte, de un modo u otro, de vuestras creencias y, en consecuencia, de vuestro pensamiento y de vuestros actos-.

Vio, por el rabillo del ojo, como la directora del colegio se acercaba a la pizarra que había a su espalda, lo hacía para escribir en ella los normbres de Virginia Woolf y Emilia Pardo Bazán, vio también como algunos alumnos escribían los nombres en el block de notas que tenían sobre las mesas.

¿Y cómo se cambian las creencias?- preguntó con tono de desazón la misma niña de la primera fila, seguro que pensando en frases como ‘no es propio de una chica tener semejante desastre de habitación’ o ‘no digas tacos que están muy feos en boca de una chica’, ella sonrió, se acercó a la niña y le dijo mirando al fondo de sus ojos– esa duda me la resolvió Katherine Mansfield, ella sabía que si pudiéramos cambiar nuestra ACTITUD no sólo veríamos la vida de modo diferente sino que la vida sería diferente.

¡No podemos cambiar el mundo! es cierto… ¿qué hacemos entonces? ¿nos rendimos? ¿lloramos? ¿nos dedicamos a gritar y a patalear como niños? ¿no respiramos hasta que las cosas cambien por arte de magia o porque otros las luchen? ¿o nos olvidamos de cambiar el mundo y cambiamos nosotros para empezar? y no, no es demasiado tarde aunque haya quien os diga que sí, nunca es demasiado tarde para ser quien debiste haber sido, lo dijo una mujer que se tuvo que poner nombre de hombre para publicar sus obras, otra maestra, Mary Anne Evans, George Eliot. Eso sí, no es fácil, nada es fácil, nada es simple.- Vio como la directora escribía el nombre de la escritora Alice Munro en la pizarra aunque ella no la había nombrado, sonrió y continuó su exposición.

-Que no sea fácil no quiere decir que no sea posible y hacerlo posible no es cuestión de talento e inteligencia nada más, lo es sobre todo de perseveracia, eso os lo enseñará Doris Lessing porque ella sabía que el talento es algo bastante corriente, que no escasea la inteligencia sino la constancia… ¡el esfuerzo!.

¿Conocéis a Edith Wharton?- silencio, ruido de tiza a su espalda y clicks de bolígrafos en el auditorio– fue una escritora americana de hace un siglo, una sociedad machista la suya, sí, porque además ella era de familia bien… pero eso no le impidió divorciarse cuando se cansó de lucir cuernos, ni vivir su bisexualidad ni mucho menos escribir porque sabía que el aire de las IDEAS es el único que merece la pena respirar. Las ideas de todas esas mujeres, para empezar… al menos mientras se forman vuestras propias ideas- señaló a la pizarra  y a los nombres de mujeres que estaban escritos en ella pero cuando iba a dar por terminada su charla vino a su mente Yourcenar… no podía marcharse sin dejarla también a ella en manos de su auditorio.

En todas las épocas hay personas que no piensan como los demás. Es decir, no piensan como los que no piensan… pensad, pensad, pensad… no deis nada por bueno porque os lo diga nadie, ni tan siquiera aunque lo veáis escrito en un libro… recordad a Jane Austen que hace ya dos siglos que decía que son los hombres quienes han tenido el lápiz para escribir la historia…-.



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