Laplace: el espíritu de los infinitésimos en la administración.

Responsable de enormes avances matemáticos y en otras ciencias como la astronomía.

Todos los servicios a mi cargo están a punto de paralizarse por falta de fondos”. Con esta frase cerraba Laplace su informe como Ministro del Interior de Napoleón el 29 de noviembre de 1799. Un día antes de Navidad de ese mismo año, apenas unas semanas después, fue cesado.

Napoleón, quien profesaba gran admiración por quien había sido su profesor, y era uno de los científicos más reputados de Francia, confesaría más tarde, desde Santa Elena, haberse confundido al nombrarle ministro.

Laplace no consideraba ninguna cuestión bajo el punto de vista adecuado; buscaba sutilezas por todas partes, no tenía sino ideas problemáticas llevando el espíritu de los infinitésimos a la administración”. Así le describió.

Pierre-Simon de Laplace (1749-1827) es el responsable de enormes avances matemáticos y en otras ciencias hermanas como la astronomía. Colaboró con Lavoisier, hizo estudios estadísticos sobre población, colaboró en la unificación y estandarización de pesos y medidas. Sus principales obras (Mecánica Celeste, El Sistema del Mundo, Tratado Filosófico de Probabilidad) le situaron, para algunos científicos de su época, en un hombre de ciencia casi tan valioso como el mismo Newton.

Pero si bien la valía del científico está fuera de toda duda, la grandeza del hombre sí se ha visto cuestionada en repetidas ocasiones por sus contemporáneos. La rudeza y el desprecio en su trato con otros científicos, la renuencia a nombrar aquellos en quienes se inspiraba o las aportaciones de otros que empleaba para avanzar en sus investigaciones, son algunas de las “marcas de la casa”.

Testigo de una de las épocas más turbulentas de Francia, vivió la Revolución, el Terror, Napoleón y la Restauración… y supo nadar en todas las aguas. Tal vez con la excepción de los años del Terror, cuando, tras la detención y ejecución de Lavoisier, quedó claro cual era el precio de situarse enfrente del poder político, Laplace estuvo al servicio de quien lo detentara y trató de subir en la escala social estuviera quien estuviera en la cúpula. Una muestra de ello fue que alardeó: “Acabo de proclamar Emperador de Francia al héroe a quien tuve la suerte, hace 20 años, de abrir la carrera que él ha recorrido con tanta gloria y felicidad para Francia”. Y a los pocos años, votó su inhabilitación como emperador y ofreció sus servicios a los Borbones. Hay que tener en cuenta que, tras su garrafal paso por el Ministerio, Laplace fue nombrado senador, y más adelante canciller del Senado. Pero además, su mujer fue escogida por Elisa Bonaparte, hermana del emperador y princesa de Piombino, duquesa de Lucca y gran duquesa de Toscana, para formar parte de su corte. Poco tardó en olvidar los privilegios Pierre-Simon de Laplace.

En marzo de 1827 moría en su casa tras un mes de enfermedad y fiebre muy severa. En sus delirios, se dice que hablaba de los astros, y que en respuesta a quien trataba de tranquilizar su espíritu dijo: “Lo que conocemos es muy poco, lo que ignoramos es inmenso”.



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