Dall’ava.

Una villa minimalista que permite explorar las posibilidades del entorno.

A lo largo de una calle en pendiente repleta de ciruelos e imponentes mansiones señoriales, se encuentra un muro medio derruido, sucio y un tanto decolorado, que delimita el perímetro del solar donde se sitúa la vivienda. Al acceder por la estrecha puerta, un camino serpenteante nos conduce a un bosque de esbeltos pilares metálicos dispuestos aleatoriamente, por encima de los cuales una estancia de aspecto metálico parece asomarse y dar la bienvenida.

La villa Dall’Ava se sitúa en las afueras de París, en una colina a orillas del Sena. Los clientes, un matrimonio y su hija tenían muy claras las condiciones de partida: una planta baja con alguna zona abierta al jardín trasero y un programa funcional que, entre otras cosas, contemplara la incorporación de una piscina en cubierta, desde la cual disfrutar de las maravillosas vistas de París.

El arquitecto Rem Koolhaas finalmente resuelve el problema adaptando la casa al terreno, dividiendo éste en diferentes franjas con diferentes tratamientos, y articulando todos los cuerpos de la misma, en torno a un importante muro de hormigón. El mismo encargado de dividir la zona de acceso rodado de la entrada peatonal, y de soportar gran parte de las 40 toneladas de la piscina en cubierta, desde donde se consiguieron las deseadas vistas de París, que además quedaban potenciadas, por las sutiles barandillas empleadas, apenas perceptibles.

En planta inferior la estancia principal se abre al jardín, mientras que en la planta superior el espacio queda dividido en tres zonas: dos amplias estancias en los extremos que parecen asomarse por el muro, y un espacio más estrecho que conecta los anteriores, y donde se sitúan los espacios más funcionales.

Una vivienda para disfrutar de cada detalle, más minimalista de lo que aparentemente parece, que busca explorar las posibilidades del entorno, y que conforme la recorres, invita a la exploración y a la sorpresa.

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Pequeños caprichos que ponen un toque de confort en nuestra rutina. Objetos de mesa o decoración que nos hacen sonreír de puro placer estético y sin los que ya no podríamos estar.

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