La casa de quienes aman su coche y su privacidad por encima de todas las cosas está en Japón.

Si eres de los que ya conduce el coche de sus sueños, tal vez ésta se covierta en la casa que no has soñado todavía.

Si eres de los que ha logrado comprarse el coche de sus sueños y también de los que no quiere que la curiosidad de los vecinos se cuele por las ventanas, te encantará esta casa que es, de facto, la antítesis de los diseños que suelen enamorarnos acualmente.

Las casas más modernas y espectaculares suelen lucir grandes ventanales de suelo a techo inundando su interior de luz y suelen también dejar el garaje a un lado cuando no en el sótano de la vivienda; esta casa japonesa no hace ninguna de las dos cosas, las ventanas casi brillan por su ausencia, al menos a primera vista, y hay que pasear el interior de la casa para descubrir tanto las ventanas de techo con vistas al cielo como las estrechas ventanas laterales que rodean una vivienda que es como un cubo para permitir el paso de la luz (y sólo de la luz).

En cuanto al coche, descubrirás que el tabique que separa el garaje de la cocina abierta al comedor y al salón es de vidrio y, además, el vehículo no solo puede verse desde la planta baja sino que, como la estructura de la escalera cuenta con barandilla también de vidrio, se puede ver incluso desde algunos lugares de las plantas superiores.

La familia que vive en esta particular vivienda buscaba precisamente eso, una vivienda fuera de lo común que los aislara de sus vecinos, con garaje visto hacia el interior y con un diseño sencillo a rabiar, minimalista, y ajeno al uso de materiales cálidos y clásicos como la madera; en FujiwaraMuro Architects la han diseñado a la medida de sus deseos creando así la casa perfecta para quienes aman tanto su privacidad como su coche, especialmente si se pierden por el diseño minimalista en el que el blanco es el rey y sólo se deja decorar por detalles en negro.

Más información Casa de diseño en Takamatsu



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Pequeños caprichos que ponen un toque de confort en nuestra rutina. Objetos de mesa o decoración que nos hacen sonreír de puro placer estético y sin los que ya no podríamos estar.

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