Auténtica leche de vaca.

Una vivienda personal hecha a la medida de un aficionado a las motos; hace que valoremos más la labor artesanal de la arquitectura.

Nos hemos acostumbrado a vivir en casas ajenas, casas «tipo» diseñadas para cualquier persona, viviendas pertenecientes a una arquitectura anónima. Del mismo modo que Andy Warhol apuntaba la necesidad de 15 minutos de gloria para todo el mundo, se podría reivindicar la vivencia durante 15 minutos en una casa hecha a nuestra medida, donde poder desarrollar nuestras aficiones y pasiones, una vivienda en la que claramente quedara representada nuestra forma de ser, un abrigo hecho a mano sólo para nosotros.

El punto álgido de la cuestión anterior se alcanza cuando el cliente tiene muy claro cómo quiere vivir su vivienda y las aficiones que desea potenciar en ella. En el caso de la Grongerman house, el estudio irlandés ODOS architects contaría con un cliente que había entregado su vida a las motocicletas. Las motos eran su pasión, su forma de vivir y entender la vida.

¿Por qué relegar entonces el espacio destinado para su afición a un triste y oscuro garaje en sótano? Así que rompiendo con convencionalismos, la planta baja situada junto al patio principal de entrada queda reservada para albergar el espacio personal donde disfrutar de su mayor afición, siendo ésta taller y escaparate a la vez. De este modo lo primero que se mostrará a los invitados nada más llegar a la vivienda será el objeto más valorado por el propietario. La planta primera albergará los dormitorios y las zonas más íntimas, y por último la planta ático se destinará al estar con una gran terraza donde disfrutar de las maravillosas vistas del paisaje irlandés. Como se puede ver, el planteamiento difiere bastante de lo que a priori hubiésemos pensado muchos de nosotros.

Por otro lado la fachada se proyecta mediante paneles metálicos y lamas capaces de tamizar la luz y ofrecer distintos niveles de intimidad según el uso en planta. Curiosamente a pesar de romper con la arquitectura tradicional que la rodea, la sencillez de una fachada tan abstracta parece encajar en el entorno.

Así pues hablamos de una vivienda personal hecha a la medida de un aficionado a las motos, que hace que valoremos más la labor artesanal de la arquitectura, esa labor que se establece entre el diseñador y un cliente con muchas inquietudes.

Una arquitectura que me hace recordar las palabras del arquitecto español F.J.S. Oíza quien para explicar lo que menos le gustaba de la arquitectura de finales de siglo XX, empleaba esta expresión: “promedio de leche de vacas”.

Para él la leche de vaca era la leche de la vaca Rosita, la de su pueblo, con su sabor irrepetible. La leche de vacas, en cambio, era la mezcla industrial de leche de vacas anónimas, desnatada, homogeneizada y vuelta a engrasar en una proporción determinada. Una disertación que él terminaba diciendo: “los promedios nunca son extraordinarios”. Quizás algunos de nosotros, de vez en cuando echemos de menos a Rosita.

vectroave.com/2010/03/grangegorman-residence-by-odos-architects

barbaracorsico.com

roskavanagh.com

 



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