Lohengrin, de Wagner
El ideal romántico de Richard Wagner, en el Real
Un caballero del Grial, que se presenta sobre una barca en forma de cisne ante la joven princesa que necesita un campeón para que se bata en duelo por ella. El reino de la luz que esto representa enfrentándose a la oscuridad de una bruja pagana y su guerrero oscuro. Wagner no era Tolkien, pero no hubiera sido extraño que al alemán se le hubiera ocurrido antes un argumento similar al de El Señor de los Anillos, y todas las bodas de nuestro entorno occidental tuvieran la música de la unión entre Aragorn y Arwen, al igual que ahora tienen la del coro nupcial de la obra que este abril se representa en el Teatro Real, Lohengrin.
Richard Wagner quería representar de manera perfecta el ideal romántico con la unión de música y drama con este Lohengrin, estrenada por primera vez en Weimar en agosto de 1850. Llega ahora al Real como concepción póstuma del tristemente fallecido Gerard Mortier, con dirección escénica de Lukas Hemleb sobre la esceanografía de Alexander Polzin, una de cuyas esculturas preside el montaje, intentando crear un espacio que transmita dos ideas claras: humanidad y universalidad, que al fin y al cabo son las ideas que nos permiten asimilar a los mitos de las diferentes culturas.
En cuanto al apartado musical, se alternaran Hartmut Haenchen y Walter Althammer en la dirección, al frente de una orquesta de 123 músicos y un coro de 92 cantantes. Christopher Venris y Michael König serán las dos voces que se turnarán en el papel de Lohengrin; Catherine Naglestad y Anne Schwanewilms, en el de Elsa; y Deborah Polaski y Dolora Zajick, darán sus voces a Ortrud.
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