Las nubes antiguas.

A cielo abierto nos hace reflexionar sobre el pasado, sobre como fuimos y somos.

Las nubes que fueron. Las formas que formaron y que vimos pasar entre edificios, soñando con que alguien allá arriba las estuviera modelando para nosotros. Se fueron, como las golondrinas de aquel poeta de la escuela, y hasta en el recuerdo son borrosas. O simplemente, nubes. Del pasado que no no vuelve, de las nubes, tanto propias como pertenecientes al cielo, habla la obra recién estrenada en el Teatro Español, A cielo abierto, con dirección de José María Pou, que también la interpreta junto con Nathalie Poza.

A cielo abierto, que estará en cartel hasta el 7 de abril,  es una obra de David Hare, con una trayectoria más que exitosa en los teatros ingleses y norteamericanos, y que ahora nos trae Pou para hacernos reflexionar sobre el pasado, sobre como fuimos y somos. Para intentar, aunque la obra discurre en un loft, volver a tumbarnos sobre la hierba, a cielo abierto, y mirar por si las nubes vuelven a ser las mismas.

Me pega acudir a esta obra en días como estos de marzo, con la ciudad un poco a cubierto, un poco bajo la manta, cada uno escondido del tiempo y de los demás, tras una tarde de conversación tranquila. Y es que el pasado es de esas cosas que siempre, de una manera u otra, toma café, copa y puro contigo alguna tarde lluviosa en un Madrid de marzo.

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