La tristeza de los ogros o el robo de la infancia.

El 20 de noviembre de 2006, Bastian Bosse regresa a su antiguo instituto. Acaba de cumplir 18. Sus intenciones eran claras: cumplir a rajatabla la misión suicida que llevaba varios meses anunciando en internet. Ese mismo año, la adolescente Natascha Kampusch escapa de la vigilancia del hombre que la había secuestrado diez años antes. Su caso marca un hito mediático. De estos dos hechos reales nace La tristeza de los ogros.

Fabrice Murgia (Verviers, 1983) es el autor y director de este montaje casi onírico que gira en torno a la adolescencia de una generación muy concreta y unas emociones más bien oscuras: la rabia, la soledad y el desconcierto. Sentimientos impregnados de su propia experiencia que denomina “estigmas” de su juventud.

A partir del blog personal de Bastian (descargado de Internet) y las entrevistas que Natascha concedió a los medios, el joven dramaturgo belga (director del Teatro Nacional de Bélgica desde 2016 y León de Plata de la Bienal de Venecia en 2014) una pieza onírica que desborda el contenido de los “breves” de los periódicos. En ella confluyen ficción y realidad, vitalidad e ira, desarraigo y pérdidas, principalmente la de la infancia.

Se trata, explica el autor, de “un espectáculo que habla de la pérdida de la infancia. Bastian y Natascha son dos adolescentes que dejan de ser adolescentes. Él va a salir de su habitación para cometer un crimen; y ella va a escaparse de un sótano, en el que ha estado años encerrada, privada de su juventud. Estos dos encierros no son más que pretextos que nos ayudan a explorar de manera íntima esas dos figuras de la soledad”. Ambos han vivido su infancia encerrados —ella de manera real; él en la soledad de su propio mundo—, abandonados, solos.

Estos dos encierros son los que dibujan sus respectivas metamorfosis y los que empujan a Murgia a explorar la intimidad de sus soledades. No es la única vez que aborda estos temas a partir de documentales. También Notre peur de être (2014) encara una de las realidades más desconcertantes del mundo actual, la de los Hikikomori. Eso jóvenes japoneses que rechazan todo contacto con la sociedad y los humanos en general porque ya no soportan la presión social, demasiado densa.

La tristeza de los ogros se estrenó en su versión original en 2009. Ahora llega a los Teatros del Canal en versión española, coproducida por el Théâtre National Wallonie-Bruxelles, Teatros del Canal y Teatre Lliure, adaptada por Borja Ortiz de Gondra e interpretada por Nacho Sánchez, Olivia Delcán y Andrea de San Juan.

La puesta en escena proyecta todo el imaginario de los protagonistas a través de efectos audiovisuales que juegan igualmente con los códigos tradicionales de la interpretación teatral. La intensidad de las imágenes, en perfecta armonía con la lírica del texto, refleja la dureza y la violencia de una adolescencia sombría, robada por la sociedad contemporánea. No hay juicios ni moralinas, pero la sordidez de la escena resuena mucho después de la bajada del telón.

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Teatros del Canal. Sala Verde. Hasta el 4 de febrero. Recomendada para mayores de 14 años Duración 70 minutos.



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