La Celia. O como conseguir que el músical español tenga pasado.
La Celia, un musical tan sencillo como cercano y completo que repasa la vida y milagros de Celia Gámez.
La Celia es, por supuesto, Celia Gámez, dicho este por supuesto desde quien por edad y situación, es decir, llegado a los cincuenta y residente en Los Madriles, escuchó tantas veces de boca de sus familiares el nombre de la Gámez en relación a tantas canciones y obras de teatro. Aquello que llamaban «revista» y que hoy parece casi arqueología, como si tal género, de la mano de La Celia no hubiera llenado teatros y papeles, como si ni hubiera encumbrado a tantas vedettes y escondido tantas historias de amor y desamor de esa de ramos de rosas al camerino y doble función. Así que existió el musical español, antes de Mammas Mías y Leones Reyes de la Gran Vía. Así que existieron estrellas rutilantes como la Gámez, argentina de nacimiento y madrileña de alma y adopción, amante de reyes (o eso dicen) y amada por tantos.
La Celia es, por tanto, la historia de una mujer que triunfó y las canciones con las que lo hizo. Algunas que suenan más que otras, como los nardos que se apoyan en la cadera, el Pichi o el legendario tango A media luz. Santiago Castelo, el autor del libreto, hace que la propia cantante nos vaya contando su historia entre canción y canción, pero también dentro de esas mismas canciones, mientras la imaginación se traslada a esos años en los que los teatros madrileño no paraban de estrenar revistas. La Celia es un viaje de sonrisas, de música, de recuerdos de un Madrid más de pueblo y menos frío. Un lugar que hizo suya a esta argentina que lo conquistó de Legazpi a Cuatro Caminos.
La Celia es, por último, pero también sobre todo, el buen hacer, el excepcional trabajo dee Ivanna Rossi, que carga con el peso del espectáculo con la misma gracia y donaire con la que lleva los nardos apoyaos cuando llega ese tema. Mención aparte merece también la música en directo, cercana y completa, justa y sencilla. La Celia es acercarse al teatro Marquina y buscar en un pasado joyas que algunos pensaban que no existían. La Celia, en realidad, es como esa tía de las Américas a la que tanto queríamos pero que teníamos, tristemente, olvidada.