Goya.
La vida a veces era como las películas, un lapsus entre tiempos distintos que rellenaba los espacios vacíos a golpe de sueños… y de Goya. ver
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La vida a veces era como las películas, un lapsus entre tiempos distintos que rellenaba los espacios vacíos a golpe de sueños… y de Goya. ver
Un escándalo, un escándalo… y dos y tres… y los que faltan por llegar; así iban pasando los días, de susto en susto y de sorpresa en sorpresa hasta aquella mañana en la que había decidido sonreir por encima de … ver
Érase una vez un ego que soñaba a lo grande y trabajaba en pequeño, un rufián tontorrón al que se le veían las dobles verdades, mentiras todas, por delante y por detrás. ver
2016 se presentaba incierto y amenazante, casi selvático ‘¿y qué importa?’ pensó… 2015 se había presentado como la niña bonita y acabó demostrando tener más de chica guerrera que de niña buena. ver
Érase una vez un mundo en el que las convicciones eran como los principios de Groucho Marx… Así comenzaba aquella carta escrita a mano alzada junto a un café humeante. ver
Sabía que la vida era una sucesión de decisiones e indecisiones propias que marcaban su punto de partida cada día. ver
La esencia es lo que queda cuando lo supérfluo se evapora, la esencia son las notas de fondo de una vida. ver
‘Estado anímico de excitación, impaciencia, esfuerzo o exaltación’, según afirma la RAE en su cuarta acepción para esta palabra… ver
Se despertó con la inquietud propia de quien ha soñado el mismo rostro en mil rostros y en dos mil momentos. ver
No quería hablar de paz porque la paz, como la pax, era el tiempo de hegemonía de un pueblo sobre otro, quería hablar de coexistencia, como Nehru… ver
Lo justo, lo injusto. Lo humano. Comprendía que el mundo era una hoguera de libertades en la que cada cual hacía de la suya un sayo. ver
Tenía suerte, la suerte de saber que la suerte no existía… o sí, y cuanto más trabajaba, más suerte tenía. ver
‘La vida era el peor tirano conocido…’, lo sabía, lo había leído años ¡décadas! atrás, pero sólo cuando la ansiedad se hacía dueña y señora de su alma acertaba a recordarlo… tarde… y justo a tiempo. ver
Etiquetar, etiquetarse y dejarse etiquetar es práctica habitual del ser humano cuando simplifica hasta el absurdo y renuncia a ejercer su espíritu crítico… y de aquellas prácticas, éste cuento. ver
Es la hora de la cena, del baño y del cuento, la hora del café, de entrar o de salir, la hora de clase, del examen, de la entrevista… ver
Sintió el placer infinito que le provocaba el calor del sol sobre su piel todavía mojada sin tan siquiera imaginar lo que estaba a punto de ocurrir… ver
Cabe que fuera el intenso calor de la noche lo que la hiciera soñar con una casa envuelta en agua… ver
El verano es el momento de elegir un destino para vivirlo… para sentirlo en la piel y en el alma. ver
Y entonces, a veces, por un instante ocurre… y ese es el momento que no quieres que jamás termine. ver
Cada una era madre a su manera y a su modo pero todas lo eran desde el amor más intenso, el que les era más propio… ver
Cuéntame un cuento, inventa una aventura, como empieza, como discurre, como acaba… emoción, una pizca de locura y un final sin fin. ver
Hay semanas en las que lo bello se impone, hace que su encanto deslumbre y, de algún modo, todo parece posible… ver
Las pequeñas cosas que importan son aquellas que nos arrancan un deseo, un anhelo, un quiero… y un momento de placer. ver
Acariciando ya abril, comenzaba a soñar lugares a descubrir en al largo y cálido verano que se avecinaba… ver
Para algunos es un sencillo tic tac, para otros una dulce melodía, y hay para quienes es justo lo contrario pero todos pintan el tempo en su pentagrama ver
Hay semanas y semanas. Pero esas, las segundas, son las que te dibujan una sonrisa cuando llega el domingo y te das cuenta de que las has superado. ver