Letras.
Érase una vez un caja de letras en la que vivían todas las letras del abecedario -en mayúsculas y en minúsculas-, juntas podían decirlo todo o nada, y lo sabían… ver
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Érase una vez un caja de letras en la que vivían todas las letras del abecedario -en mayúsculas y en minúsculas-, juntas podían decirlo todo o nada, y lo sabían… ver
Pero, se preguntaba, ¿en qué consiste realmente trabajar duro? y así fue como acabó en la RAE y como logró hilar una respuesta a esta cuestión. ver
El rumbo es realmente lo importante porque, sin él, el destino es tan solo una utopía. Y de ahí la brújula, el GPS y cuánta ayuda puedas regalarte… ver
El talento es mágico porque no se ve ni se huele, no se toca y tampoco se mira, ni tan siquiera se le oye y en cambio se siente, se siente intensamente… ver
¿Qué es lujo?, dices mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul. / ¿Qué es lujo? ¿Y tú me lo preguntas? / Lujo… eres tú. ver
Érase una vez un cuento ambientado en un lustro, en 5 años y 60 meses, en 260 semanas, 1.825 días… y sus noches. ver
Deseó, con la pasión del ansia insatisfecha, que el deseo no despertara de sueño eterno e inquieto. Porque deseó hacer de la quietud, virtud… y acción. ver
Mirarse a los ojos y sentirse con el sólo objeto de entenderse, ese era siempre el principio de un acuerdo… que no es lo mismo ni es igual que estar de acuerdo. ver
El más grande, el más lujoso, el más rápido, el más bello, el más… cuando la osadía humana sobrepasa los límites de lo posible no queda más camino que ese que no ha de tener retorno, el del desastre y el fin de los días de vino y rosas. ver
La nieve como concepto, como contraste, como idea… cómo símbolo de quietud y de inclemencia, de la posibilidad de las cosas y de la convicción de hacerlas ciertas. La nieve… como un cuento. ver
Érase una vez una inquietud profunda e intensa que exigía respuesta, era la curiosidad, esa que mató al gato… y despertó al niño. ver
La vida a veces era como las películas, un lapsus entre tiempos distintos que rellenaba los espacios vacíos a golpe de sueños… y de Goya. ver
Un escándalo, un escándalo… y dos y tres… y los que faltan por llegar; así iban pasando los días, de susto en susto y de sorpresa en sorpresa hasta aquella mañana en la que había decidido sonreir por encima de … ver
Cuando las historias te arrastran, lo único que puedes hacer es salir tras ellas. ver
Érase una vez un ego que soñaba a lo grande y trabajaba en pequeño, un rufián tontorrón al que se le veían las dobles verdades, mentiras todas, por delante y por detrás. ver
Y entonces recordó que el compromiso siempre implica lucha. ver
2016 se presentaba incierto y amenazante, casi selvático ‘¿y qué importa?’ pensó… 2015 se había presentado como la niña bonita y acabó demostrando tener más de chica guerrera que de niña buena. ver
Érase una vez un mundo en el que las convicciones eran como los principios de Groucho Marx… Así comenzaba aquella carta escrita a mano alzada junto a un café humeante. ver
Sabía que la vida era una sucesión de decisiones e indecisiones propias que marcaban su punto de partida cada día. ver
La esencia es lo que queda cuando lo supérfluo se evapora, la esencia son las notas de fondo de una vida. ver
‘Estado anímico de excitación, impaciencia, esfuerzo o exaltación’, según afirma la RAE en su cuarta acepción para esta palabra… ver
El sueño del que nacen los ‘quiero’ y también los ‘puedo’. ver
Se despertó con la inquietud propia de quien ha soñado el mismo rostro en mil rostros y en dos mil momentos. ver
No quería hablar de paz porque la paz, como la pax, era el tiempo de hegemonía de un pueblo sobre otro, quería hablar de coexistencia, como Nehru… ver
Lo justo, lo injusto. Lo humano. Comprendía que el mundo era una hoguera de libertades en la que cada cual hacía de la suya un sayo. ver
Había logrado descargarse de todo su miedo y de todos sus miedos… salvo de uno. ver
Tenía suerte, la suerte de saber que la suerte no existía… o sí, y cuanto más trabajaba, más suerte tenía. ver
‘La vida era el peor tirano conocido…’, lo sabía, lo había leído años ¡décadas! atrás, pero sólo cuando la ansiedad se hacía dueña y señora de su alma acertaba a recordarlo… tarde… y justo a tiempo. ver
Etiquetar, etiquetarse y dejarse etiquetar es práctica habitual del ser humano cuando simplifica hasta el absurdo y renuncia a ejercer su espíritu crítico… y de aquellas prácticas, éste cuento. ver
Érase una vez un niño de ojos grandes y curiosidad infinita que preguntó… ‘mamá ¿qué es amar?’. ver
El futuro se dibuja siempre mirando hacia el horizonte… ver
Nada hay más audaz que tratar de convertir los sueños en recuerdo. ver
Es la hora de la cena, del baño y del cuento, la hora del café, de entrar o de salir, la hora de clase, del examen, de la entrevista… ver
Ante un mundo en pie de guerra. ver
Detalles que van más allá de marcar la diferencia, la hacen. ver
Porque hay nombres propios y comunes que hacen carácter… ver
Porque el corazón late a través de las manos… ver
On Holidays. Por fin era libre de hacer de su tiempo un sayo. ver
Paciencia. Esa que dicen es, incluso, madre de la ciencia… ver
Playa. Arena y mar. La belleza de lo natural, lo sencillo… ver
Sintió el placer infinito que le provocaba el calor del sol sobre su piel todavía mojada sin tan siquiera imaginar lo que estaba a punto de ocurrir… ver
Cabe que fuera el intenso calor de la noche lo que la hiciera soñar con una casa envuelta en agua… ver
El verano es el momento de elegir un destino para vivirlo… para sentirlo en la piel y en el alma. ver
Cuando se siente el magnetismo del mar tres letras parecen pocas… o incluso sobran. ver
Y entonces, a veces, por un instante ocurre… y ese es el momento que no quieres que jamás termine. ver
Comestible, jugosa y de sabor agridulce… como la vida. ver
Junio es el mes más delicioso del año por tanto como tiene de promesa… ver
Los domingos eran para soñarlos, para soñarlos despierto. ver
Decía Sajarov que no concebía el universo y la vida humana sin un comienzo inteligente… ver
El tiempo no contaba sólo horas, minutos y segundos, también tenía color. En mayo ya era azul. ver