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Schlafe mein Liebster, una nana del Oratorio de Navidad de Bach.

Bach, como Handel y otros compositores de la época, usó lo que se denomina parodia, la reelaboración de materiales ya utilizados en otras obras.

En 1723, Johann Sebastian Bach fue contratado por el ayuntamiento de Leipzig, ciudad en la que permaneció hasta su muerte en 1750. Durante más de un cuarto de siglo sus obligaciones contractuales como máximo responsable de la música sacra de las Iglesias Santo Tomás y San Nicolás fueron las de escribir, ensayar y ejecutar la música de todas las celebraciones -una cantata a la semana-, formar a los alumnos en la música y el canto, y enseñarles latín, aunque consiguió permiso para contratar a una persona que lo sustituyera. Bach también escribió y arregló mucha música para los conciertos que los alumnos y músicos del Collegium Musicum ofrecían en el céntrico café Zimermann. Pero Bach fue fundamentalmente un músico de iglesia, un músico que leía con devoción a Martin Lutero. La religiosidad impregnó toda su vida… y su obra. Para Bach, la música, fuera sacra o profana, siempre debía servir a Dios.

Escrito en 1734, el Oratorio de Navidad BVW 248 no fue concebido para interpretarse como tal sino como discurso episódico, no compacto, de la historia de Jesús de Nazareth para ser interpretados diferentes días de las fiestas de Navidad: primer, segundo y tercer día de Navidad; primer día del año, domingo siguiente al Año Nuevo y Fiesta de la Epifanía. Este hecho reafirma la idea, no siempre compartida, de que Bach consideraba cada una de las seis cantatas como una entidad independiente, de ahí que la dotación de instrumentos sea distinta en cada una de ellas. El Oratorio se elaboró a partir de obras profanas ya escritas anteriormente por Bach, particularmente las cantatas BWV 213 y la BWV 214, y posiblemente de algunos trozos hoy extraviados de la Pasión según San Marcos, modificando el texto, y con ello el espíritu de la música. ¿Su público?. La propia congregación de feligreses de Santo Tomás y de San Nicolás de Leipzig durante las celebraciones sacras de la Navidad. Un tenor solista como Evangelista actuaba como narrador en una serie de recitativos, mientras que otras figuras asociadas a la historia de la Navidad daban testimonio del siempre jubiloso acontecimiento, siempre jubiloso pues Bach excluyó del Oratorio los momentos menos dichosos, como la Matanza de los Inocentes y la Huida a Egipto.

Durante mucho tiempo, el Oratorio de Navidad de Bach permaneció en el olvido, en gran parte porque el propio compositor quedó olvidado tras su muerte. Durante el periodo clásico posterior la sofisticación de su técnica fue superada por una música más melódica y formal, como por ejemplo, las sonatas de Haydn. De hecho, el Oratorio de Navidad fue olvidado hasta 1844, año en el que el director musical de la universidad de Breslau, Johann Theodor Mosewius, la recuperó y propuso la edición de 1856 -la primera en la que se utilizó el nombre de Oratorio-, años después de la recuperación de Bach producida cuando el compositor Félix Meldelssohn presentó La Pasión según San Mateo en la Academia de Canto de Berlín en 1829.

Schlafe mein Liebster es una de las arias más bellas y serenas elaboradas por Bach. Escrita para ser interpretada el segundo día de Navidad por la contralto, evoca una canción de cuna cantada por la Virgen María para el Mesías recién nacido. También aparece en la Cantata BWV 213. Cantada por Laura Heimes, acompañada por el conjunto de San Francisco Voices of Music, su texto dice:

Schlafe, mein Liebster, genieße der Ruh,
Wache nach diesem vor aller Gedeihen!
Labe die Brust,
Empfinde die Lust,
Wo wir unser Herz erfreuen!
 
¡Duerme mi amor, duerme en paz,
y vela por nuestro sosiego!
¡Siente en tu pecho
la alegría que desborda
nuestros corazones!



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Buenas canciones que te sacudan la monotonía. Algunas ya las habrás oído, otras serán nuevas. Ójala que con todas toquemos tu corazón.

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