Ronald Zambrano: rara avis.

Ronald Zambrano, venezolano, de 34 años. Pintor y fotógrafo.

De la montañosa ciudad de San Cristóbal, situada en el soleado occidente venezolano, proviene Ronald Zambrano, de 34 años. Pintor y fotógrafo. Es el encargado de erigir, para todos los aquí presentes y los que aún faltan por llegar, grandes universos de color, en los que poder compartir lienzo con animales, geometrías y esperanzas inanimadas. Él, creador, se da de bruces con este horizonte irisado, una vez embadurnado hasta las cejas no pierde un segundo en compartirlo, en cuerpo y alma.

Se crió en una familia dominada por un potente matriarcado como hijo único, es decir, como ojito derecho de las grandes damas de la casa. Su padre se ausentó temprano de este mundo, para desgracia de muchos y fortuna de los habitantes del lejano cielo. Creció entonces entre sus tíos, que iban deprisa de un lado a otro, siempre hablándole del mundo de la universidad en el que estabas inmersos.

La música le hizo dar con su primera vocación. Estudió contrabajo en la Orquesta Sinfonica, y después guitarra; pero ya antes de esto, de lo que más disfrutaba, era de llenar incontables cuadernos con líneas y formas, para darles color y volumen. Y así pasaban las horas.

La figura de su abuela es una de sus grandes referencias. Nos explica que a través de su pétrea imagen y de su tejida vida, siempre ha viajado a un tiempo de costumbres y de historias, llenas de café y doradas al sol del placentero pasto.

Indagando en sus más tiernos despertares, conocemos que de niño paso una temporada muy enfermo y su madre, como entretenimiento, le regaló una caja de lápices de colores, concretamente «el estuche Prismacolor” con más de 100 minas de diferentes gamas de verdes, azules, amarillos… “Una vez crecí, encontraba en los muebles de la casa, o en los estantes de algun armario esos lápices, y nunca quise ordenarlos y recorgerlos, pensaba que así, cada vez que los viera por la casa me darían, sin duda, buenas sensaciones, compañia, o grandes recuerdos cruzados”

Parece ser que estos lápices, y las vivencias que le regalaron, fueron causa y semilla del encuentro con recovecos y métodos de su creación; hasta se atreve a decir que esas ideas visionarias de entonces, son hoy imágenes que invaden las alegorías de  «Animalariums Interiores», uno de los proyectos más destacados de Zambrano.

Desde muy joven comenzó a viajar, con Bowie, Glass o los Sex Pistols como banda sonora, y a crear su pequeño taller, que instaló en una habitación desocupada de la casa familiar. Recuerda, de esa época, las noches a la intemperie del silencio, sin poder dormir, con permantentes visitas de imágenes, sombras y siluetas cromáticas…

Ya inmerso en hacer carrera de sus inquietudes y pasiones, comienza a estudiar Arte Puro en la Escuela de Bellas Artes de San Cristóbal, despues de formarse en Lengua y Literatura en la Universdad de los Andes. Como artista emergente da sus primeros pasos, a modo de iniciáticas exposiciones en la universidad, después llegaron otros centros de arte e importantes espacios alternativos. Poco a poco se sumerge también en el mundo de la performance, mezclando literatura y action painting, con obras de gran formato como resultado de estas acciones.

Pronto comenzaría el despegue; a los 24 años le otorgan una beca para ir a la India, donde vive cuatro meses en una residencia de jovenes artistas, después marchará a Viena para embarcarse en la Kunstbilden Akademik, fomentando así su formación como pintor e ilustrador, tocado ya, por el aura de grandes teóricos y artistas como Egon Schiele, Kokoschka, Klimt y los grandes expresionistas germanos.

«Es complicado a veces sacar adelante todos los proyectos, el factor tiempo y la veloz vida del consumo nos aleja a la redención de hacer lo que tenemos en mente, también los espacios formales como las galerías son un mundo a veces abarrotado, pero creo que el hecho de sacar a adelante un trabajo o proyecto implica llamar a muchas puertas y estar siempre muy atento, todas las posibilidades pueden dar lugar a la luz»

Y sin más dilación, surge, ante la duda de regresar a tierras americanas, la posibilidad de conocer España y realizar un máster en la Universidad Complutense sobre Critica y Práctica del Arte Contemporáneo. Desde entonces parece ser que algo de ésta, nuestra soleada y alegre ciudad, le ha enamorado, pues diez son ya los años que le hacen cada día más castizo.

Desde hace ya tiempo ha descubierto entre sus predilecciones la fotografía; dependiendo del mensaje, escoge ahora, el lenguaje con el que expresarse: pintura, música, foto, palabras… La clave, según nos explica, es disfrutar del momento de «el accidente», así habla él de ese lugar en el que los sucesos aparecen y tiene fuga el estallido de lo poético; de ahí la importancia de vivir pegado a un cuaderno de dibujo; para atrapar el momento, «el accidente».

Ahora, anda en la duda de regresar a la tierra que lo vio nacer, pero como él bien dice, «los sueños sólo estarán anclados en el lugar en el que él esté» Sus cuadros que enumeran sin duda un extenso catálogo de inspiraciónes fascinantes, hablan ahora de él, de él en primera persona, de él como una de las grandes promesas del panorama de «la nueva pintura», que por fortuna nos visita desde los más hermosos cafetales.

Esperemos que, sea cuál sea la inspiración que le mantiene aferrado a nuestro seco y agitado habitat, dé para iluminarle por muchos años más.

www.ronaldzambrano.com



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