Tener un dulcecito cerca siempre es garantía de una buena sonrisa. Y si es una trufa de coco con chocolate blanco, mejor que mejor.
Para todos los amantes del dulce, estas pequeñas y exquisitas bolitas son perfectas. Son cremosas, suaves, de sabor intenso y una vez las pruebes no podrás pasar un solo día sin ellas. Son el acompañamiento ideal a un buen café, y cumplen todas las expectativas cuando el cuerpo te pide un capricho.
Consérvalas en el frigorífico para mantener su textura firme. De esta manera cuando te las lleves a la boca se irán deshaciendo lentamente regalándote sus sabores de manera uniforme y plena.
Son muy fáciles de preparar y ahora que llegan fechas de celebraciones donde te reúnes con familiares y amigos, el tener listo un dulce tan delicioso te va a convertir en una anfitriona de lujo.
350 gramos de leche condensada, 125 gramos de coco rallado, coco en polvo, 25 ml de aceite de oliva, 3 clavos de olor, 75 gramos de chocolate blanco y una pizca de sal.
Para que todas las trufas sean del mismo tamaño ayúdate con un dispensador de helado.
Humedece tus manos con aceite y dales forma. Observarás que la masa se ablanda al entrar en contacto con el calor de tus manos, así que apresúrate en hacer las bolitas. Si ves que no lo consigues, enfría tus manos con algún empaque que tengas en el congelador e inténtalo de nuevo. Una vez le cojas el truco será como coser y cantar.
Directos al paladar. Productos tan deliciosos como difíciles de encontrar “cocinados” o embotellados, en series limitadas, bajo la vigilancia de los expertos más selectos.
