Como agua para Ricard.

Jakob + MacFarlane ha creado un dúo de llamativas botellas para contener el Ricard y el agua con el que se diluye.

Corría el año 1932 cuando el joven Paul Ricard desarrolló el pastis, una bebida elaborada a base de anís, regaliz y plantas aromáticas. Pocos años más tarde, este licor empezó a consumirse en los restaurantes y bares más selectos de París, convirtiéndose en una de las bebidas francesas más populares.

Casi un siglo después, Ricard sigue siendo uno de los aperitivos más codiciados. Su composición hace que, al diluirlo con agua, se vuelva opaco y adquiera un tono más propio de la leche. De esta forma la graduación de Ricard se rebaja y se convierte en una bebida ligera apta para consumir sola, con hielo o zumo de limón a cualquier hora del día.

Conscientes de esta inseparable unión, Dominique y Brendan, los arquitectos fundadores de la empresa Jakob + MacFarlane, han creado un dúo de botellas de vidrio vanguardistas muy vistosas, una para contener el Ricard y otra para almacenar el agua. Ambas han sido fabricadas a mano y desprenden vitalidad y movimiento.

La botella de color amarillo intenso, totalmente opaca, está pensada para el Ricard mientras que la jarra transparente, con líneas diseñadas para reflejar la luz, resalta el toque refrescante que aporta el agua a la bebida. Dos objetos bellos y útiles, que se hacen fuertes juntos, que se necesitan y complementan. Dos piezas esbeltas para albergar esta bebida que ha perdurado a lo largo de las décadas hasta convertirse en un clásico.

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