Momentos.
Tal vez la vida era sólo eso, pensó, un montón de momentos que se suceden unos tras otros, momentos que llegan y pasan, momentos que nunca vuelven, momentos que fueron... y, tal vez, momentos que serán.
Abrió los ojos sintiendo la cabeza a años luz de su cuerpo, trató de ver en la oscuridad pero apenas se colaba un rayo de luz a través de la persiana, hacía calor. Se levantó envuelta en su desorientación y en las notas de fondo de su perfume, dio sendas patadas a las sandalias que yacían junto a la cama, sobre la alfombra, y alcanzó a abrir la ventana, era de noche. Se tumbó de nuevo sobre la cama sintiendo, con cierto alivio, la brisa suave que se colaba a través de la ventana ya abierta.
El resto de la noche fue todo un duermevela inquieto, un no saber si estaba despierta o dormida, sin lograr distinguir con claridad lo que era sueño de lo que era vida… Cuando la luz del amanecer comenzó a inundar la habitación se levantó con la convicción de que una larga ducha le haría regresar a su realidad.
Estuvo más de media hora bajo el agua tibia antes de ponerse frente a su espejo y fijarse en su rostro cansado, vio en él líneas que habían pasado desapercibidas a sus ojos hasta entonces, sabía que era ella y, aun con esa certeza en su haber, le costaba reconocerse. Fue entonces cuando recordó aquella tarde tiempo atrás cuando perdió sin saber como varios minutos de su vida, minutos que a ella le parecieron horas, y que los médicos explicaron como una pérdida de memoria puntual… o algo así.
Se sentía terriblemente cansada mientras se preparaba un café y trataba de recordar lo que había hecho la noche antes; volvió sobre sus pasos hacia la habitación y, al ver tirado sobre la silla su vestido negro, junto a las sandalias de tacón desperdigadas por el suelo, sintió cierta tranquilidad… No estaba hecha ya para tanta fiesta, pensó mientras sonreía con cierta tristeza removiendo la estevia en el café.
Volvió a detenerse en su rostro, esta vez en el espejo de la habitación, antes de dejarse caer en el sofá dispuesta a regalarse un domingo de nada, de no hacer ni sentir nada, tan solo de existir y respirar; pero su cabeza se revolvía tratando de poner los recuerdos en su lugar… Tal vez la vida era sólo eso, pensó, un montón de momentos que se suceden unos tras otros, momentos que llegan y pasan, momentos que nunca vuelven, momentos que fueron… y, tal vez, momentos que serán.
Decidió arreglarse, esconder bajo una sutil capa de maquillaje sus marcadas ojeras y las líneas que había descubierto en su rostro aquella mañana… y es que no estaba dispuesta a quedarse tumbada en un sofá mientras los momentos de su vida pasaban, quería verlos y sentirlos pasar, quería hacerlos pasar, quería hacerlos, construirlos con sus propios sueños…