Infierno.

Jugueteaba con el viejo ejemplar de La Divina Comedia que había comprado, años atrás, en la Cuesta de Moyano; ya era viejo cuando se hizo con él y llevaba en su librería no menos de 1o años, hacía tiempo que no echaba mano de él pero aquel fin de semana, precisamente aquel fin de semana, se le antojaba ideal para ello. Y es que se sentía en el Infierno, un infierno en el que ya le habían advertido que estaría un mes; después pasaría al Purgatorio que mejoraba en algo el Infierno previo aunque no le habían dicho cuanto tiempo pasaría en él… Lo que sí sabía es que tras tan doloroso e intenso recorrido, llegaría al Paraíso.

Un Paraíso en el que la estabilidad glucémica sería la norma porque la obediente bomba de insulina habría aprendido ya lo suficiente tras semanas de funcionamiento y, bajo la dirección del equipo médico y la supervisión constante de los padres, controlaría la diabetes del adolescente mejor que la lantus y la humalog* juntas.

Pero el camino no había hecho más que empezar, del mes de infierno solo llevaban cuatro días, de ahí que le diera por coger La Divina Comedia de Dante, por ambientarse en sus primeros cantos sabiendo que tras el Infierno llegarán el Purgatorio y el Paraíso, todo mejorará, todo irá bien… Lo que no sabía era que Dante iba a fallarle.

Y es que el bueno del italiano cantaba a un infierno de limbo, lujuria, gula, avaricia, ira, pereza, herejía, violencia, fraude y tración… su infierno en cambio, aunque sí tenía algo de gula provocada por la ansiedad descontrolada y también algo de ira por la intensa impotencia que nacía de la incapacidad para controlarlo todo, tenía mucho más de miedo e inseguridad, de desconfianza e incluso de ignorancia… miedo a equivocarse, inseguridad por la falta de experiencia en el manejo de la cosa, desconfianza en cada cambio y la ignorancia… porque no importaba cuánto leyese acerca de la diabetes y las bombas de insulina ni cuánto se esforzase la educadora en diabetes por desvelar los misterios de esta puñetera patología, al cabo de los días ¡de las horas! la diabetes tendía a mostrarse como un caballo salvaje al que, en plena adolescencia, parecía casi imposible domar.

Claro que para eso era la bomba de insulina, para dominar al caballo desbocado de la diabetes adolescente, solo que antes de llegar al paraíso que prometía había que transitar por el infierno y el purgatorio… eso sí que se lo había anticipado Dante en una comedia divina con la que jugueteaba ahora con más ánimo de sumar la herejía a su particular infierno que de deleitarse leyendo el de Dante.

Que la vida no iba a ser fácil lo suspiste en el momento del diagnóstico, que podía ser un infierno** lo aprendiste más tarde.

+

*lantus y humalog: insulina de acción lenta y rápida respectivamente utilizada para el tratamiento de la diabetes tipo 1.

**un infierno temporal para un bien mayor



Oops

La versión más personal de todos nosotros, los que hacemos Loff.it. Hallazgos que nos gustan, nos inquietan, nos llenan, nos tocan y que queremos comentar contigo. Te los contamos de una forma distinta, próxima, como si estuviéramos sentados a una mesa tomando un café contigo.

Bataclan.

El cálido manto de la fiesta pintada con maquillaje caro y música en directo ocultaba la sangre derramada, el dolor pasado, las ausencias presentes... Estaban en Bataclan. + ver

Newsletter

No te pierdas nada, que saber no ocupa lugar.

Salir de la versión móvil