2020.
Érase una vez un cuento de cuentos que contaban el año 2020, un año de virus y cuarentena, de convivientes y allegados, de estar solos, de citar a ciegas, de paradojas y prejuicios, de neolengua...
2020 ha sido un año que, de haber sido un cuento, nos hubiera llegado firmado por Edgar Allan Poe o por Lovecraft, un año increíble, sin duda, terrorífico, pandémico y distópico, un año para olvidar, un año difícilmente descriptible que se define con palabras que en su discurrir de semana en semana se convirtieron en cuentos.
Es verdad que este año más que ningún otro cada uno ha vivido su propia historia, más solos y alejados los unos de los otros que nunca pero no es menos cierto que hay palabras que todos hemos sentido en la piel… esas son las que componen, juntas, los The Sunday Tale que, de algún modo, cuentan 2020 y son los que recordamos hoy, el último domingo del año, en el último The Sunday Tale del año, un año tan annus horribilis que incluso esta columna que en sus años de vida nunca había dejado un domingo sin su cuento, lo hizo…
Eso sí, la buena noticia es que al año le quedan días, pocos, no sabemos como será el próximo pero no lo tiene difícil para mejorar al pasado y más fácil aun lo tendrá si nos empeñamos todos en hacer de 2021 un año feliz; mientras nos preparamos para ello recordamos las palabras más representativas del año 2020 que se convirtieron en cuentos.
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Lenguaje.
Érase una vez la historia de un hombre que descubrió el sentido del lenguaje más allá de las palabras. Berta Rivera Edmundo era un hombre ya mayor, un anciano cansado y algo triste que trataba cada día de descansar en paz sin dejar todavía este mundo porque, según solía decirse, le quedaban todavía muchos libros por leer; vivía en el bajo de un edificio muy alto en el centro de la ciudad y le gustaba poco salir a la calle, el trajín de gentes que corrían, entendía él, sin mucho sentido dado que al día siguiente volvían a correr en la misma dirección como si su destino no fuese llegar a ninguna parte sino sólo correr en esa dirección, no le gustaba mucho pero le gustaba menos la vida del pueblo; mientras vivía su mujer había soportado sus quejas por regresar al pueblo en el que habían crecido, ahora que ella descansaba en paz en el camposanto del pueblo no pensaba volver más que para ponerle flores en su cumpleaños, en navidad y el día de los enamorados. . ... más información → -
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Citas a ciegas.
Érase una vez la historia de un puñado de gentes que trataban de hacer arte de las citas a ciegas pero resultó que pintaron un cuadro abstracto y obsceno propio más bien de las citas a tontas y a locas. Berta Rivera Miró de reojo al móvil, sabía que su silencio solo se debía a que había silenciado todos los grupos de whatsapp pero los mensajes estaban ahí, esperándola. Y ella seguía sintiendo una pereza infinita solo de pensarlo. Sabía que no podría evitar responder a alguno y enredarse en un festival de mensajes que serían de ida, vuelta y revoltijo para nada porque en situaciones críticas todo el mundo se amarra a su razón y no la suelta, es la única certeza a la que se puede echar mano y, si sientes que te la quitan, te sientes como un náufrago al que roban el salvavidas... más información → -
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Cuarentena.
Érase una vez la historia de una cuarentena o del día en el que alguien gritó ¡qué se pare el mundo que yo me bajo! y el mundo se paró... tal vez para que quienes gritaran descubrieran que, en realidad, no querían bajarse. Berta Rivera Al principio sintió cierto alivio, llevaba días observando las gráficas de China, las de Italia y las primeras de España, recordando aquel mensaje absurdo que decía que si venías de zonas de riesgo y no tenías síntomas podías hacer vida normal y ver que al fin se tomaban medidas serias para frenar la curva le daba cierta tranquilidad; claro que después de descansar mejor que otras noches gracias a ese punto de tranquilidad había hecho que mirara hacia los días venideros con mayor atención. . ... más información → -
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Posverdad.
Érase una vez la historia de una realidad que se revelaba en cifras terribles cada día mientras algunos pugnaban por transformarla y otros sólo por distorsionarla a golpe de neolengua y posverdad. Berta Rivera Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. (Significado de Posverdad según la RAE) Cuarentena. Día 7... más información → -
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Sobre la libertad.
Érase una vez la historia de una maestra de secundaria que quiso trabajar con sus alumnos, a distancia y confinados, sus ideas sobre la libertad. Berta Rivera Se preparó un café de tarde de domingo, dudó un segundo y apunto estuvo de convertirlo en carajillo como los que había disfrutado tantas tardes en la Universal. . ... más información → -
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Paradojas y prejuicios.
Érase una vez la historia de una paradoja y algunos prejuicios, la de un hombre que se sintió libre cuando fue confinado. Berta Rivera Hacía un día espléndido, luminoso a rabiar y también cálido, un domingo de primavera de esos que te llaman a gritos desde la calle, un día irresistible y amable de esos que te arrancan una sonrisa por el mero hecho de haber amanecido; había hecho pereza entre las sábanas y se le había pasado la hora del paseo aunque la verdad era que, con los parques cerrados y sol brillando en lo alto del cielo, el paseo pisando asfalto y con mascarilla no resultaba tentador. Se preparó un café helado y decidió degustarlo en la terraza, dejando que el sol le tocara ya un poco y sonriendo por dentro y por fuera porque aquel sería su último domingo de parques cerrados, a partir del lunes ya podría planificar sus rutas verdes y urbanas y recuperar poco a poco su vida al aire libre (y sí, también librarse del tono mustio de su piel que tan bien había combinado los últimos dos meses con su ánimo). Como había sucedido en varias ocasiones durante el confinamiento, llegaban a su terraza voces de terrazas vecinas, aquella mañana era su vecino del cuarto quien, como ella, disfrutaba de un café de domingo con las piernas al sol -¡disfrutemos de nuestro último domingo de paz!- exclamó el hombre con un suspiro y cierta sorna en el tono -¿perdón?- preguntó una voz femenina que estaba segura era la de su mujer -a ver cuándo volvemos a tener un fin de semana libre a partir de ahora, querida, a ver cuándo... más información → -
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Raza.
Érase una vez una historia de raza, identidad y otras mentiras. Berta Rivera Raza. Siempre le había parecido feo hablar de razas, incluso de niña. ¿Qué raza es? le preguntaban a su abuelo cuando venían a casa ver la nueva camada de cachorros ¿y eso qué importa? pensaba ella, eran perritos, eran de la Volga, una perra blanca de manchas negras... más información → -
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Solos.
Érase una vez la historia de una Navidad que no quería ser... o que no queríamos que fuera. Era la Navidad de los solos frente a la de los mal acompañados. Berta Rivera El parking era un parque embarrado en el que podía entrar los coches e incluso quedarse atascados en un charco, los árboles estaban desnudos, vacíos de hojas y ramas tras el paso del otoño y de los jardineros del Ayuntamiento, soplaba una brisa helada que hacía si cabe más frío el día; la cola de coches era larga para entrar y salir y la salida del cole de los niños escalonada y constante; primero 'los sin ruta' junto al pabellón y el parking del infierno, después los de las 'rutas' junto al edificio principal y nunca antes de que los más de 20 autobuses estuvieran aparcados cada uno en su plaza con su conductor al volante y el profesor de turno al mando de la prole de niños que lo llenarían. Y así cada día. Hasta el último día lectivo... más información → -
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Virus.
Érase una vez la historia de un virus y un bacilo a la carrera que bien podía haber sido la de un huésped de Drácula en la noche de Halloween... Berta Rivera Corría como nunca antes en su vida había corrido y no porque huyera de nada sino porque algo huía de él, algo que debía permanecer guardado a buen recaudo y no salir a conocer mundo, corría porque era su responsabilidad guardar aquel tesoro y si no lo atrapaba a tiempo tendría que seguir corriendo eternamente. . ... más información → -
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Convivientes y allegados.
Érase una vez una Navidad con invitaciones restringidas y con no convivientes, convivientes y allegados contados, literalmente, por unidad familiar en límite unitario de diez. Y ahora vas y se lo explicas a la abuela. Berta Rivera La cara de guasa del camarero era de escándalo, claro que eso no lo sabía nadie porque, ataviado con su mascarilla, solo sus ojos entrecerrados advertían del buen rato que estaba pasando. . ... más información →