Cantique de Jean Racine. Gabriel Fauré. Vídeo, letra e información.
Su magia se encuentra allí donde podía desarrollar las formas más intimistas de expresión musical.
Con el fin de hacer carrera como maestro de capilla y organista, Gabriel Fauré recibió una formación musical tradicional de la mano de Louis Niedermeyer en la École de Musique Classique et Religieuse de Paris. Al fallecer Niedermeyer en 1861, Fauré tomó contacto con Saint-Saëns, con quien estudió piano y conoció la música de Schumann, Liszt, Mendelssohn y Wagner.
Se graduó a los 19 años con el primer premio de composición por la obra coral Cantique de Jean Racine op. 11, un motete sagrado compuesto con un texto en francés traducido en el siglo XVII por el dramaturgo Jean Racine de un himno medieval, el himno pseudo-ambrosiano para los Maitines del martes Consors paterni luminis.
Una vez más, os proponemos que escuchéis una obra intimista de Fauré, el compositor de carácter reservado, esquivo y solitario, el que carecía del virtuosismo y la afectación de otros, pero alguien que seducía con sus refinamientos melódicos y la belleza suprema de sus melodías. Una de las figuras más importantes de la música francesa, y el más influyente y avanzado de los compositores de su generación.
Verbe égal au Très-Haut, notre unique espérance,
Jour éternel de la terre et des cieux,
De la paisible nuit nous rompons le silence,
Divin sauveur, jette sur nous les yeux!
Répands sur nous le feu de ta grâce puissante,
Que tout l’enfer fuie au son de ta voix,
Dissipe le sommeil d’une âme languissante,
Qui la conduit à l’oubli de tes lois!
O Christ, sois favorable à ce peuple fidèle
Pour te bénir maintenant rassemblé,
Reçois les chants qu’il offre à ta gloire immortelle,
Et de tes dons qu’il retourne comblé!
Palabra igual al Todopoderoso, nuestra única esperanza,
Luz eterna de la tierra y los cielos;
Rompemos el silencio de la noche tranquila,
Divino Salvador, puesto los ojos sobre nosotros!
Extiende el fuego de tu gracia poderosa sobre nosotros
El infierno entero huye con el sonido de su voz;
Dispersa a cualquier alma indolente de la somnolencia
Inducela a olvidar sus leyes!
¡Oh, Cristo, mira con favor a este pueblo fiel
¿Qué se ha reunido para bendecirte
Recibe su canto ofrecido para tu gloria inmortal,
Y que permanezca con los dones que le has concedido