Jacques-Antoine Granjon.

Fundador y propietario de vente-privee.com y uno de los principales mecenas de Europa.

Pierre Corthay es uno de los zapateros parisinos más exquisitos. Su boutique se encuentra cerca de Place Vendôme y, como ocurre en las tiendas de la mítica plaza, allí también se pueden encontrar joyas. Quizás no con tantos quilates en metales y piedras preciosas como las que lucen los escaparates de Pomellato o Dior, pero sí con el mismo refinamiento artístico. Si le preguntan por un modelo masculino en piel de cocodrilo color verde lima, lo más seguro es que sonría. Se trata de uno de los pedidos especiales que le hizo Jacques-Antoine Granjon, emprendedor francés de Internet y uno de los principales mecenas de Europa. Nunca nadie le ha vuelto a pedir algo igual.

Cualquiera que conozca a Jacques-Antoine no mostrará asombro por una petición tan excéntrica. En cierto modo, buena parte de lo que rodea a este emprendedor y visionario de los negocios se sale de la norma habitual. No espere verlo en traje y corbata, más bien se lo encontrará con botas vaqueras, cazadora de cuero y camiseta; perfectamente conjuntadas, que para algo es francés. En su garaje, un Ferrari F400, un Rolls Corniche de 1971 y un Bentley color frambuesa. ¿O lo original se iba a limitar a los zapatos?

El interés del fundador y propietario de Vente-Privee.com por el arte contemporáneo es notorio y palpable. Basta visitar el cuartel general de la firma de Internet para darse cuenta de ello. Grandes instalaciones ocupan el hall, pero también las paredes de los pasillos y los despachos, los rellanos de los ascensores y prácticamente cualquier rincón. Entre los artistas expuestos, nombres reconocidos como Ruud Van Empel, Erwin Olaf, Pucci de Rossi o Pierre et Giles. «Nunca compro para especular y ni se me pasa por la cabeza vender alguna de las obras que he comprado. Sólo lo hice una vez, con un Basquiat, y aún me arrepiento», afirma el mismo hombre que, si tiene cinco minutos, no duda en echar una ojeada al mercado del Arte y que no duda en visitar muestras en las que descubrir a nuevos talentos.

De gustos exquisitos –«Me gusta ir a la Maison du Caviar, tomar unos blinis con salmón ahumado y vodka»-, no renuncia al hedonismo de los placeres de un ‘bon vivant’. En París, le gusta «desde un chapuzón en la piscina del Royal Monceau a comer la mejor carne de la ciudad en Les Gourmets des Ternes».

Sin embargo, no duda en rechazar entrar a formar parte del ‘establishment’ financiero francés. Ya lo intentó sin éxito Nicolas Sarkozy durante su mandato; y su amigo François-Henri Pinault tampoco logró convencerlo de que fuera uno más del Siècle, el club privado al que pertenecen las 100 personalidades más influyentes de la República. «No es para mí», se excusa. Él prefiere asistir al próximo ‘vernissage’.

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