Hombre de tablas tomar. Coach de Javier Bardem y de tantos otros. Creador de chispas sobre el escenario y encendedor de duendes de los actores que nos emocionan. Juan Carlos Corazza, el maestro de las emociones de los actores.

Hace que la chispa surja, que el milímetro entre ser espectador y convertirse en protagonista se borre. Así es el maestro de actores, el coach de aquellos que nos emocionan.

Con su voz paternal, amigable… te enciende, te busca, te estudia. Y llega hasta el corpus de tu personalidad para que la expreses, la saques. Un ritual de exorcismo casi mágico y muy teatral que Juan Carlos Corazza nos hizo vivir sobre las tablas del Centro Cultural Galileo en la masterclass sobre «Toma de decisiones» que el whisky Glenfiddich organizó para confirmar su ya mítico “Celebrate Decisions”.

Y ahí estuvimos unas 15 personas entre periodistas, bloggers e influencers quienes fuimos personajes ficticios por algo más de dos horas, en las que tuvimos el honor de estar bajo la batuta invisible de Corazza. Magistral su forma de llevarte a ese rincón tuyo para sacar esa frase, esa emoción necesaria. Interpretar e improvisar sin miedo a equivocarnos. Magistral Corazza.

«Creo que siempre estuve metido en esto. Yo no probé otra cosa.” Me dice, como si la vida fuera tan clara en la infancia. “Antes de meterme a estudiar arte, yo ya actuaba. Me disfrazaba… me disfrazaba junto a otros niños de la escuela, en un pueblito muy pequeñito. Nos disfrazábamos desde con ramas hasta… ¡con lo que fuera!

Desde que tengo uso de razón escribía… e inventaba historias sin haber visto teatro. La única referencia que tenía era el radioteatro. En aquella época… el radioteatro que llegaba al pueblo era… “Palmolive en el aire”

PAUSE.
Contexto: Argentina principio de los ´60. Un pueblo en el medio de la nada pero cercano a una ciudad del interior del país. Campo. Inmensidad pampeana y en el silencio, la radio como compañera de vida. Y allí las tardes de “Palmolive en el aire» que le daban alas para soñar a quien estuviera dispuesto a escucharlas. Cada tanto, las obras emitidas por la AM de entonces, iban de gira por las ciudades importantes del interior de esa Argentina de grandes producciones cinematográficas en blanco y negro.

PLAY.
Corazza continúa «Pero incluso antes del radioteatro, estaba el juego de disfrazarme, de actuar… de hacer ficciones. Y eso lo tuve siempre. ¿De dónde viene?, no sé. Yo lo tuve siempre…»

-Y ¿qué soñabas por entonces? ¿Soñabas con hacer teatro o ni siquiera te lo planteabas?

-No soñaba nada, ya cuando a los… 14… 13 entré en la Compañía Municipal de Teatro de Río Cuarto, que era la ciudad grande cercana a mi pueblo… era muy pequeño… yo iba a la secundaria en esa ciudad y allí hacía papeles pequeños y me tenían ahí… Y ahí todo salía natural… Como que era eso lo que iba a hacer…

-Ni lo pensabas…

-Ni me lo planteaba.

inventaba historias sin haber visto teatro. La única referencia que tenía era el radioteatro.

-¿No tuviste resistencia familiar?

-Sí… mi padre no entendía nada. Está claro. «Quedáte en el campo, quedáte en el pueblo… o si te vas a estudiar… estudiá medicina o abogacía o algo que podamos comprender».
Mis padres, como campesinos, no lo comprendían… Ni siquiera tenían los prejuicios que podrían tener otros padres… Que en teatro son drogadictos… putas… homosexuales… Era común pensar que todos los que estaban en el teatro eran lo prohibido.
Mis padres no pensaban que eran lo prohibido, porque ni siquiera tenían idea de lo que era el teatro “¡¿Qué será eso?!» Ellos no habían ido al teatro nunca, en toda su vida…

– ¿Y cómo fue eso de prepararse para estar sobre el escenario y después vivir de estar dirigiendo los hilos… desde atrás?

-Bueno, yo empecé como actor y trabajé bastante como actor. Y a su vez no dejaba de estudiar con Carlos Gandolfo, mi maestro en Buenos Aires.

-Gandolfo… palabras mayores…

-Sí, y él cuando yo tendría unos 23-24 años, que ya estaba en sus clases… siempre le decía a los demás “Éste va a dirigir…” O me lo decía a mi “Vos vas a dirigir”… Porque siempre que había que meterse en producciones, yo me ponía como muy así, como que daba directivas. Y luego a los 25, el tenía que venir a España a dirigir una obra y me dijo “yo me voy a ir a España, tú te quedas con estos dos cursos… No me resultó ni raro. Cogí los dos cursos y empecé a dar clases. Aunque luego seguí como actor, hasta que me vine a España y…

Que en teatro son drogadictos… putas… homosexuales… Era común pensar que todos los que estaban en el teatro eran lo prohibido.

-… y abriste la escuela…

-Sí, primero vine para dirigir una obra en Sevilla y luego para dar un curso aquí en Madrid… y ahí dejé de actuar. Pero hasta el día anterior a subirme al avión, en Argentina… estaba actuando en la tele.

-¿Cómo empezás a hacer coaching?

-Yo creo que esto de empezar a ser director, a ser coaching… Yo creo que empezó por eso de comenzar a jugar, a hacer roles para otros y también de llevar a otros a hacer un juego que yo me imagino, divertido o atractivo, es algo que tengo desde niño. Porque desde niño yo, a los compañeros les asignaba personajes y me inventaba una obra y varias veces en el año. Y la verdad es que los profesores me estimulaban esto. Maestros de pueblo, muy sencillos, pero con sensibilidad, con humanidad, que no me cortaron esto.

-Pero vos vas más allá y tratás de rescatar, de hacer aflorar… tratás de que la persona llegue justo a ese sentimiento, tratás de disparárselo…

 los profesores me estimulaban esto. Maestros de pueblo, muy sencillos, pero con sensibilidad, con humanidad que no me cortaron esto.

-Claro… Sí, yo creo que sí. Como que lo acompaño a ver, a buscar qué es lo que tiene para dar que todavía no está dando.

-¿Cómo empezás ese proceso? Porque imagino que vos ves mucho de las personas. A ver… todos vemos cosas de las personas, pero sos muy consciente de los personajes que es cada uno. En las personas con las que vas trabajando, intuyo que ves algo…

-Sí yo creo, digamos, que aprender a ver es algo muy misterioso y lleva tiempo y no es fácil. Porque a veces creemos que vemos y realmente no ves al otro, nos vemos a nosotros mismos. Nos estamos viendo.

Entonces a mi me parece que eso… Yo, sí tenía aptitudes ya… Creo que las aptitudes se maduraron o se encaminaron mejor gracias a Carlos Gandolfo. Porque su cercanía y algo que él me transmitió sin palabras, creo que fueron fundamental. Yo creo que hay una transmisión que se hace sin palabras, en un aprendizaje, el que sea…

-Sí…

-Ya sea que aprendes a hacer carpintería, como a ser modista o médico… la transmisión que un maestro te puede hacer más allá de las palabras es… yo creo que es algo que ocurre a un nivel misterioso. Va mas allá de la información que te den. Hay algo más en lo que te están trasmitiendo. Y yo creo haber recibido… o haber tenido la suerte de que él haya querido transmitirme o yo quise tomar. O ni él me quiso transmitir ni yo quise tomar… pero eso pasó.

aprender a ver es algo muy misterioso y lleva tiempo y no es fácil.

Pero digamos que sí, para mi sigue siendo muy importante la conciencia, el estar despierto… Claro que también se trata de ver y no tener miedo a decir lo que ves o tener el cuidado de no decir lo que ves, a veces, porque no es lo apropiado en ese momento. Por lo tanto no sólo se trata de ver, sino qué haces con lo que ves.

-Sí porque me imagino… si ves más allá de esa persona, también ves qué hilos son los que al tocarlos… podés hacer estallar…

-Claro, si es el momento o no.

-Pero también no hay fórmulas ni recetas. Hay algo que, bueno, hay cierta incertidumbre a la que uno tiene que estar disponible. Porque si tú apuestas a que ese actor hoy ya haga una escena y tal vez no la termina de entender y le falte más tiempo… o no entiende su personaje totalmente hoy y necesite un mes más. A veces ocurre que tú trabajas con un actor y parece que entendió algo y luego no.

-¿Tenés algún caso que te haya frustrado… porque no llegó a donde podría haber llegado?

-No, no…. no lo siento así. Ni siquiera me hago esta pregunta. Yo creo que he ido aprendiendo o he estado atento a ver… a cómo a llevarse bien con los límites. No sólo a lo que el actor puede, sino a esas circunstancias que a veces no se tratan sólo del actor o la actriz.. a veces es el guión, es la obra, es ese momento de la vida que tiene… El actor o la actriz… ese momento que está viviendo…. o es el director. Porque hay veces que le director toma lo que tiene el actor o la actriz y lo desarrollan muy bien y otras, tal vez, lo toman menos. Porque… porque no lo ven o lo ven de otra manera.

hay cierta incertidumbre a la que uno tiene que estar disponible.

Así que yo creo que cuando trabajas con alguien, en el coaching, hay que tener muy en cuenta como todas las circunstancias, porque en el coaching yo creo que es importante no sólo trabajar con el actor… sino trabajar con todo el proyecto. Teniendo muy en cuenta lo que los directores quieren y la visión que tienen.

Entonces yo creo que se trata realmente de una colaboración. Creo que hay directores que viven el coaching como un colaborador, como alguien que suma y otros que tal vez lo miran con menos comprensión, entendiendo menos de qué se trata de esto. Y entonces, tal vez, lo aprovechan menos.

-Hay algún actor o actriz con quien que te gustaría trabajar…

-No me lo planteo..

-¿No elegís?

-Nunca. Para mi es muy importante que los actores quieran y entonces sí, de los que quieren yo tengo que elegir, de esos, con quién puedo, entre aquella y éste… a quién. Pero es el actor quien tiene que buscar. Como el alumno tiene que buscar al profesor, no al revés. No funciona al revés.

-¿Hay alguien a quien ves y decís “¡Ostras! a este le vendría bien trabajar un poquito más…»?

-Bueno, el primero soy yo. Digamos… yo me pongo todo lo que puedo en remojo¿A este le vendría bien trabajar? Pues muchos, muchos… Pero no te voy a dar nombres…

-Lo imaginaba, no te preocupes.

-No en este contexto, porque yo nunca digo, aunque me pregunten y me repregunten… yo nunca doy nombres.

el alumno tiene que buscar al profesar, no al revés. No funciona al revés.

-Se sabe que Barden es uno de tus alumnos…

-Si acabo de ver una representación de los alumnos, ¡tengo muchos alumnos!… yo soy un poco viejo, conozco a muchos y tengo muchos alumnos. Entonces se acumulan exalumnos y entonces yo tengo que ir a ver a muchos y cada vez tengo más exalumnos que hacen cosas y hay que ir a verlos.

Si yo me dedicara a ver teatro, entonces estaría todas las noches ocupando yendo al teatro y así mismo, veo bastante. Pero ya saben, los que me conocen, que cuando termina la representación yo no me voy a poner a decirle lo que pienso, sea todo positivo o sean las dificultades… porque si es alguien a quien conozco tendría mucho para decir. Porque me dedico a esto.

Si eres modista puedo decir «bonito vestido o no». Pero sí tu eres modista tienes mucho que decir… si lo hubieras cortado así o si lo hubieras hecho así… puedes hablar una hora…

 

Y el tirano tiempo que se diluye entre las palabras de Corazza y por más que lo intento… las agendas se me ponen en contra. Aunque las venzo, un ratito, y le pregunto a Juan Carlos…

-De todos los objetos, de todos los escenarios que has tenido, que has vivido… ¿conservas algo? ¿Tienes algo que conserves para ti?

-Creo que todavía tengo guardado… Espero que sí, y ahora que llegue a casa lo voy a confirmar… porque yo tenía guardado un traje de cerdito que hice cuando era un niño… pero lo hice, creo, que cuando tenía 7 años o por ahí. Y creo que lo tengo por ahí… marroncito con sus orejitas… porque hace muchos años que lo he visto… tengo que ir a mirar y espero que mi esposa no me lo haya tirado (ríe).

-¿O sea que viajaste desde Argentina con eso?

-Sí, sí… o me lo he traído después cuando fallecieron mis padres.. Sí, porque lo encontré.

-¿Fue de alguna actuación especial tuya ?

-Yo creo que sí, que era una de as primeras en las que no tenía un papel porque salían todos… muchos y no me dejaban actuar… Y yo le dije a la maestra que podía actuar haciendo de cerdito.

-Me encantó.

-Yo creo que era marrón… o lo recuerdo marrón…

– O es marrón ahora o era ese rosa viejo que quedó amarronado…

-Puede ser… Bueno, gracias, querida..

Y para cuando empieza a quedar el regusto de una buena charla y Juan Carlos Corazza se había marchado del escenario… escucho su voz retumbando desde el otro lado de la sala:

-¡Ay! me encantó esta mujer!

-Ay, gracias!!!

Más información Estudio Juan Carlos Corazza



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