Narciso y yo.

Las muestras son una bendición para las fanáticas de los perfumes porque nos permiten probar muchos distintos en circunstancias diferentes.

«Mmmm… ¡Qué bien hueles! ¿Qué perfume llevas?» No hay cosa que más rabia me de que que me hagan esta pregunta. Y me molesta igual si quien lo hace es mi mejor amiga como si es una completa desconocida. El perfume es un logro personal y hay que tener mucho morro para beneficiarse del éxito ajeno, para copiarse, porque digo yo que te lo preguntan para copiarse ¿no? Así que yo siempre respondo: «Uy, no sabría decirte. Tengo tantos que no sé cuál me puse esta mañana…». Es mentira y además quedo como una pretenciosa. Pero zanjo la cuestión.

Es verdad que tengo muchos perfumes. Bueno, no exactamente. Lo que tengo son muchas muestras. De hecho, hago acopio de ellas. Las muestras son una bendición para las fanáticas de los perfumes porque nos permiten probar muchos distintos en circunstancias diferentes. Así, probando y descartando y probando otra vez consigues encontrar el tuyo, el que sabes que te favorece, igual que te favorece un color concreto o una determinada prenda; ese que te hace sentir completamente vestida cuando te lo echas o desnuda del todo cuando, por las prisas, sales sin él. Menos mal que siempre llevo una muestra en el bolso… El caso es que cuando ya has conseguido encontrar tu fragancia entre el infinito universo de fragancias disponibles y cuando, a base de paciencia y constancia has conseguido que toda tu ropa huela a ella (sí, es algo así como marcar el territorio…) llega alguien y ¡te lo quiere copiar! Bonita, búscate el tuyo.

En fin, sólo a vosotros y sin que sirva de precedente os diré que uso For her de Narciso Rodríguez. Y aún a riesgo de quedar otra vez como una pretenciosa os contaré que una vez conocí al propio Narciso. Y no os váis a creer lo que me dijo al besarnos… Sí, exactamente eso: «Mmmm ¡Qué bien huele! ¿Qué perfume lleva?» Se me cayó el alma a los pies. Y el mito y todo… Y no porque creyera que me lo quería copiar también sino porque ¡yo llevaba un perfume suyo! ¿Cómo era posible que no lo reconociera? Le contesté. Y él, que entendió mi decepción me sonrió y me dijo: «Esto demuestra mi teoría sobre el perfume. Quien lo crea no es quien mezcla sus notas sino la mujer que lo lleva y que lo hace suyo, único y diferente. Es una cuestión de piel».  No sé si sería mentira. Pero desde luego, zanjó la cuestión.

 



Oops

La versión más personal de todos nosotros, los que hacemos Loff.it. Hallazgos que nos gustan, nos inquietan, nos llenan, nos tocan y que queremos comentar contigo. Te los contamos de una forma distinta, próxima, como si estuviéramos sentados a una mesa tomando un café contigo.

Caín.

Esta es la historia de Caín, un tuerto que quería ser rey de los otros y que, mientras señalaba la oscuridad del mundo, caía en el abismo de la pereza. + ver

Un lujo.

Que no suene el despertador, que entre una brisa fresca por la ventana y mueva ligeramente la cortina, que el olor a café recién hecho inunde la casa, que suene la música, que brille el sol, amanecer... + ver

Esclavas.

Las mujeres, como seres de fantasía de la historia interminable, iban desapareciendo al paso de la nada, eran borradas del mapa y de la historia, era como si nunca hubiesen existido, estaban muertas... pero seguían en pie. Y eran esclavas. + ver

Narciso.

Narciso bien podría haber sido el hombre en busca de sentido... pero el sentido debió serle esquivo y se convirtió en el hombre en busca de venganza, en el hombre rabioso. + ver

Newsletter

No te pierdas nada, que saber no ocupa lugar.

Salir de la versión móvil