La vida es bella.

¿Puede la felicidad encerrarse en un frasco? Hace más de medio siglo, Armand Petitjean soñó con capturar ese “je ne sais quoi” de luz que envuelve el aura de las  mujeres y, convencido de que esa belleza sólo puede nacer de la felicidad, su director artístico –George Delhomme– creó una obra maestra de cristal con forma de sonrisa. Sesenta y tres años después, ese frasco precioso oculto entre los archivos de la firma cobra todo su sentido con La vie est Belle, el perfume con alma convertido en el mantra de la nueva era Lancôme.

Una vuelta a lo esencial, a la belleza individual, a la libertad, a la luz, a la felicidad. Porque para Lancôme la vida es bella y, como tal, quiere proclamarlo a los cuatro vientos con un perfume especial, un aroma sorprendente que posee la sencillez de lo verdadero. La vie est Belle, es ante todo una elección, una manera de interpretar la vida, una felicidad elegida que no se expone ni se reclama, simplemente se baila y se saborea.

Para elaborar esta fragancia excepcional, tres de los más grandes perfumistas franceses han unido sus  talentos atreviéndose a romper los códigos y han logrado así una firma olfativa casi inclasificable, una alquimia sutil que reúne la creatividad de Olivier Polge, la virtuosidad técnica de Dominique Ropion y la feminidad radiante de Anne Flipo. Recuperando el arte original de perfume, optaron por la sencillez de las materias puras para conseguir un equilibrio perfecto donde se mezclan la rara nobleza del iris, la turbadora profundidad del pachuli y la deliciosa regresión de un acorde goloso como un algodón de azúcar a base de vainilla, haba tonka, praliné, grosella y pera.

Con el director Tarsem Singh detrás de la cámara y la sonrisa Julia Roberts como embajadora, Lancôme firma una campaña publicitaria que hará época. Una auténtica declaración al mundo… La vie est Belle, la nueva manera de pronunciar Lancôme.

Lancôme