Perfume inspirado en la Belle Époque. Grisette de Lubin. Aromas líquidos de libertad.

Era la época de la paz armada, de las risas inocentes y seductoras. La de Renoir, Manet y los primeros juegos de tenis. Era la época de ellas y su libertad. Y hoy, se convierten en fragancia.

Eran jóvenes y trabajaban demasiado en los talleres que la Primer Revolución Industrial había dejado para ellas. Eran tímidas y desfachatadas. Muchas, se habían mudado a las grandes ciudades con las maletas cargadas de sueños y un oficio por aprender. Eran las jóvenes que querían comerse el mundo antes de que la realidad les cortara las alas. Eran las que se quitaron el corset para reírse más fuerte que la sociedad pacata en la que vivían. Eran las que hoy tienen ese espíritu convertido en esencia llamado Grisette de Lubin, la nueva fragancia con aroma a libertad, a frescura, a ser natural.

Eran las jóvenes que en cuanto sonaban las campanas del fin de la jornada, se apuraban a salir a las plazas a divertirse por las calles del París del siglo XIX. De repente miles de jóvenes vestidas con su uniforme gris (de ahí que se las conociera como “Grisettes»), se agolpaban en los escaparates para ver el reflejo y peinarse, acomodarse sus ropas y olvidarse, por un momento, de su vida. A una hora señalada, podía verse a estas chicas por los guinguettes de Montmartre y de las orillas del Marne para encantar a los estudiantes bohemios y señores adinerados de la sociedad que buscaban en ellas esa lozanía, esa libertad, esa sensación tan Belle Époque que reinaba en el ambiente.

Porque la Primera Guerra Mundial ya se estaba gestando aunque la sociedad se evadía en sus primeros juegos de tenis, criquet, golf, el ciclismo y la esgrima. También necesitaban ostentar un bienestar absoluto en sus grandes bailes de salón, en su arquitectura tan adornada.

Las Grisettes bailaban y reían mientras Renoir y Manet las convertían en arte. Jugaban con su coquetería atrayendo las miradas de dandis aristócratas. Eran pura efervescencia y libertad. Eran arrebatadas como un manojo de rosas recién cortadas. Ese aroma fresco y potente que Lubin atrapa por primera vez en años, en un alcoholato que se obtiene de la maceración de rosas. Para captar todos sus matices y notas volátiles. Y cuando ese aroma te invade, un giro inesperado de pomelo llega. Luego se levantan las notas amaderadas y un recuerdo a ámbar y vainilla.

Aromas simples combinados con una compleja maestría. Jóvenes de corazón discreto y vitalidad abrumadora. Risas, música, juventud y baile. París de fondo. Grisette de Lubin como protagonista.

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